Hay que valorar la nueva estrategia del sector opositors que, aunque muy torcida, se ve que está hecha con el corazón de piedra corazón. En vez de enfrentar el tema del hijo de Xóchitl Gálvez desde el reconocimiento del desastre, personajes como el Huero Castañeda que está más huero que nunca, y Leo Suckerman que es un costal de sinapsis en busca de autor, prefieren armar un melodrama reguetonero donde todo es compló contra la candidata y del muchacho es un pobre borreguito que estaba en una cantina. Que quienes lo critican y cuestionan por ponerse como Calderón sin una bola de moralinos comunistas.
Bien hecho, sobre todo porque que un juniorzazo azo azo tiene todo el derecho a pelusear a los jodidos, ejercer su misoginia, manifestar su homofobia, insultar a todos los morenacos y recibir aplausos por ello. Cómo vas a ser el hijo de una senadora y luego candidata y comportarte como un humilde profesional.
Digo, no te educan en una Loca Academia de Juniors y Mirreyes para ser como toda la perrada que se vende por unos tacos, ¡por vida de Dior!
Como dicen algunos en el Twitter qué casi ni ven que se educaron con la Rabadán, Ferriz y Kinky Téllez, qué bueno que, gracias a la buena educación en casa, Juan Pablo pueda sentirse todopoderoso, impune, prepotente, intolerante a la frustración moralmente superior.
O sea, de qué sirve provenir del privilegio, de una supuesta casta divina, si no puedes ser intransigente, pelafustán, patibulario, sobrado, acomplejado y hasta mesiánico hablando como el Pirrurris, tal y como lo aprendiste en casa. Qué maravilla que papi y mami no le pusieron límites a la criatura, para que hoy podamos contemplar a Jean Paul, en todo su esplendor fifí.
Llamar gatos al proletariado, a decir de la fanaticada xochilista, es prácticamente la poesía del arrogante.
Y lo mejor para los Juanpilovers fue que sus disculpas fueron generales y en ningún momento se disculpó por su misoginia de manual, por su falta absoluta empatía, por su clasismo a lo Doña Florinda, por su sobradez de poca monta y homofobia de panista. A los 27 años, qué maravilla que su mamá lo mime y hasta le celebren lo machín.
Digo, hasta saltó la feligresía de Javier Milei a apoyar al nini, en la lógica de ni modo de arrebatarle esas mañas que son un homenaje a Claudio XXX, el mirrey alfa, el falso mesías neoliberal de la Loca Academia
de Juniors.
El problema de los juniors es que hay una máxima que los acota: “para mamón, mamón y medio”.