Debo reconocer que cuando apareció Lilly Téllez en el escenario político me hacía gracia por su capacidad para la auto parodia sin fin. Era tal su urgente necesidad de reconocimiento y su afán de protagonismo, que era divertido verla hacer toda clase de maromas para atraer cámaras y micrófonos. Ese ha sido su sueño dorado, alimentar a su hambre de notoriedad a lillytellazo limpio.
Bueno, fue hasta capaz de traicionar a las fuerzas reaccionarias y retrógradas para ganarse una senaduría de Morena, y luego pasarse al PAN solo para acabar de desprestigiarlo.
Así se le ha ido la vida pública en ese ejercicio egocéntrico que era cotorro por estridentito (un homenaje a la maestra Godzilla de Ortiz de Pinedo en La Escuelita), pero tristemente el show está muy desgastado, se ha vuelto aburrido, repetitivo y predecible como su protagonista. Ya sabes los panchos que va a hacer, el nivel de las amenazas que va a proferir, la dudosa calidad de sus mecánicas sobreactuaciones.
Si la verdad los espectáculos de Kinky Téllez tampoco es que merecieran tanta atención mediática porque le hicieron creer que merecían la pena, estos se han venido haciendo cada vez más flojos e impertinentes. Más ahora que con una pequeña ayuda de la Rabadán, decidieron boicotearle a la gran escritora, Elena Poniatowska, la ceremonia de entrega de la medalla Belisario Domínguez. Seguramente estas lindas personitas no saben ni quién es Elena y mucho menos han leído sus libros, pues de haberlo hecho no se hubieran atrevido a armar ese numerazo azo azo. Digo, antes de hacer panchos hay que pensarlo muy bien.
Pero la culpa fundamental es de Claudio XXX, Madrazo, Markititito, Alititito y Zambranititito que solo les han enseñado a exacerbar sus delirios y arrebatos poniéndole lo aburrido y quitándole lo divertido.
Está bien que lo único que sabe hacer la señora Téllez sean esta clase de shows que generan más asquitos que apoyo entre sus propios correligionarios. Me dicen que hasta Sandra Cuevas le dio penita ajena. Y es que Lilly quiere odio más que indiferencia.
Antes era divertido gritar, cuando daban show,“¡las rudas, las rudas, las rudas!”, o pedir que las recluten como defensas de la Selección Mexicana de panbol, ahora ni eso.
Lo bueno es que Elenita ni las topa.
Cuando la candidata prianchuchista, Alejandra del Moral, le exigió a sus mapaches que hicieran lo que fuera para ganar, no sabía que la señora Téllez iba a hacer tamaños osos.