Si el sector opositors está verdaderamente pal perro, peor están sus defensores de oficio mediáticos. Como no se les da la investigación y los géneros periodísticos, mejor acuden a la onda empírica y al esoterismo para defender, por ejemplo, a Alito Moreno, el próximo expresichente del PRIcámbrico temprano. En lugar de poner énfasis en los audios siniestros del Mr. RoBotox y las cosas horripilantes que de ahí emanan (a pesar de que los balconea poniéndolos en calidad de bróders) se emperran en taparle el ojo al McLaren, y menor señalan a Layda Sansores por andarlo poniendo en evidencia. O sea, Alito se pasa por el arco del triunfo desde las Leyes de Reforma hasta las de Newton de una manera guarra y aberrante, patibularia y vomitiva y la culpable es la gobernadora.
Hay articulistas poco articulados que en un esfuerzo denodado son capaces de inventar fuentes en Presidencia, disidencias feroces en el Ejército o que de plano hacen un llamado a un golpe de Estado, resbalándose insistentemente con la cáscara del ridículo y el desenfreno
El caso Florence Cassez, lo mismo. En lugar de saludar a la exploración de los hechos noticiosos sin montajes y de ponerle un alto a las veldades histéricas, la fanaticada opositora más recalcitrante que nunca insiste en que #TodosSomosLoret cuando después del documental ni Loret quiere ser Loret. Como el AntiKapuchisnki número uno, se debe sentir mal porque le faltó aplicarle Tehuacán con chile piquín a Israel Vallarta.
Esto lo hemos visto en la historia de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. En lugar de cuestionar a Murillo Karam, la hinchada fifí quisiera ponerle casa aparte y que los padres paguen la renta, el teléfono y la luz. Y si pudieran, irían gustosos a la visita conyugal.
Cosas de la idolatría derechaira que está decidida a insistir que todo es compló aunque en las encuestas les vaya del súper nabo, en lugar de hacer análisis autocrítico, o someterse a un exorcismo para extirparse los demonios de Laura Zapata, Alazraki y los paleros de Alazraki de encima. Decirles a los mexicanos huevones, nacos y pendejos como el caporal Memo Sheridan, no es el camino. Sobre todo porque si les dices huevones, nacos y pendejos a los mexicanos nunca van a votar por ti.
No mientan por convivir y quedar bien, amiguis mediáticos, no le hacen ningún bien a la oposición que está urgida de principios, pero sobre todo de uno fundamental: el principio de realidad.
Jairo Calixto Albarrán