A mí me encantaban los de derecha porque no se pierden en los matices, todo es blanco o negro, los contrarios son unos peligrosos comunistas y zurdos de mierda que no saben valorar las maravillas de la explotación del hombre por el hombre. Todo lo woke es malo, el feminismo es una amenaza, la ecología es una patraña, la misoginia es chida, el machismo es lo máximo y el terraplanismo es la onda.
Lamentablemente, los últimos tiempos han sido un poco confusos para esta pobre gente que experimenta terribles encrucijadas.
Ya ven el presichente Javier Milei, el libertario, que está siendo juzgado por los zurdos de mierda y algunos de su propia fanaticada solo porque desde su cuenta de Twitter llamó a invertir en $LIBRA, una bitcoin muy prometedora para apoyar emprendedurías nacionales, que terminó siendo un monumental atraco de 100 millones de dólares. Si Zedillo y Salinas tuvieron su Fobaproa y el horror de diciembre, Calderón su Estafa de Luz y su narcoguerra, y mi licenciado Peña la Casa Blanca y la Estafa maestra, Milei tenía derecho a este pequeño detalle que le arrebató su patrimonio a mucha gente. Personas que, además, tienen que cargar con el estigma de haber tomado en serio y creerle a Milei, no se vale.
Y para colmo, los ultraderechosos que creían en su dios antiwoke, representante del capitalismo más salvaje pero proteccionista que nunca, Donald Trump, se reconcilió con Putin. Un show inesperado que llevó a Caldedrunk a quitar la banderita de Ucrania de su perfil de Twitter, generando desconcierto entre los calderonicolitas que también se sintieron traicionados. Como siempre, andaban cual pollos sin cabeza. Se ve que después de los cuestionamientos por dejar desamparado a Zelenski por ser un guango oportunista, y luego de unas cubanderas, reinstaló ese lábaro patrio como un acto solidario con un compañero caído. Se desató la burla. Casi tanto por la entrevista con Yordi Rosado, que casi ni se veía arreglada, sobre todo cuando se regodeó sonriente asegurando que nadie lo había acusado de corrupto (¡ayyy, ternurita!), que disfrutó mucho su triunfo electoral (en el que casi nadie lo ayudó, ni Fox ni el IFE ni toda su feligresía mediática), que le dolió cada muerte en su narcoguerra (sí, chucha), que fue traicionado (no pudo mencionar a su compa García Luna Productions por su nombre) y que lamentaba no haber tenido la mano más fuerte (¿más?).
Dice Krauze que la condena de la cuatroté será el ostracismo, ¡pero si la Opo tiene ahí su leonera!