La silueta de Claudia Sheinbaum con cola de caballo adornada por una serie de suásticas nazis, con la consigna muy relajada de “¡No permitamos que gane!”, componen la portada de la revista ¡Siempre!, que atinadamente dirige Beatriz Pagés, priista de la vieja escuela del Jurassic PRIark, parte de los Paleros de Alazraki. Una pieza ejemplar que debería ser colocada en escuelas o facultades de periodismo y comunicación, como fuente de inspiración para quienes quieran especializarse en infodemia, fakenews, manipulación melodramática y en el rompimiento de todos los moldes de la ética con tal de superar al maestro en la materia, Max Cortázar, terror de las redacciones en el Calderonato y hoy en la campaña de Xóchitl Gálvez como encargado de enlodarlo todo.
Eso sí, hay que reconocer con admiración que la señora Pagés superó al master Max. Bajo su coucheo hizo que Lady X se refiriera a Claudia de una manera más vulgar y más machista que Vicente Vox, pero ni él se hubiera atrevido a recurrir al símbolo más hitleriano para referirse a un personaje de izquierda y de origen judío como la precandidata de Morena a la Presidencia. Es decir que a doña Bety, como representante del estilo de la oposición de Claudio XXX, no solo no le importó el qué dirán, sino que su irresponsabilidad está sellada por el fanatismo chundo. Muchos dirán que ¡Siempre! es tan mediáticamente irrelevante que esta portada no importa, aunque haya superado a la de Proceso donde el Tren Maya se convertía en tren militar. Sin embargo, aunque solo Pagés, Claudio XXX, Loret, Brozo y Kinky Téllez tengan suscripción, estuvo chido que un colectivo amplio suscribió un documento donde se rechaza con vigor esta clase de ejercicios del Periodismo Facho.
Bueno, a lo mejor la directora quería rendirle un homenaje a Javier Milei con su pelucón y su histeria ultraderechosa a la presidencia en Argentina.
Lo bonito del periodismo PANdo es que puede publicar cualquier cosa en contra de sus acérrimos enemigos de la cuatroté, con un odio rabioso, amparado en una grosera impunidad. Para justificarse, la Pagés argumenta (enmarcada por una rosa húmeda y triste que casi ni se veía cursi) que quería advertir sobre los peligros del autoritarismo de la dictadura macuspánica, la única dictadura que permitiría publicar una portada como esa, en un país como este que no hay dos en la vida.
¿Para qué hacer periodismo, si lo que vale es ponerse a mover el bulo, a mover el bulo?