Terrible la persecución política que ha desatado la Dictadura macuspánica contra quienes tratan de impedir, heroicamente, que se establezca el comunismo en nuestro México lindo querido. Sobre todo cuando se ceba en una notable intelectual, por suerte más conservadora que la Rabadán y Kinky Téllez juntas, María Amparo Casar de Mexicanos contra la Corrupción, de Claudio XXX González, ese facilitador social como Salinas de Gortari. Ella lucha contra el sátrapa que destruir las comodidades de la oligarquía y su sacrosanto derecho neoliberal de defender la explotación del hombre por el hombre. No se vale.
Y menos porque, gracias a una serie de movimientos un poquito sospechositas, a la señora Casar se le acuse de haber cobrado una pensión en Pemex que no tiene ni Obama. Bola de cuenta chiles aquellos que se molestan desde su resentimiento social, de su falta de hambre de sed, desde su incapacidad para apoyar las nobles causas del Cártel Inmobiliario del PAN (hoy PRIANdilla Inmobiliaria para los retrógrados que no saben valorar las maravillas de la gentrificación), solo porque tan noble dama que no es de hielo como otras, ha cobrado una muy modesta pensión de casi 130 mil pesos al mes, conseguida por el trabajo fecundo y creador de su marido en unos meses como asesor en Pemex.
Gente inconsciente que cree que todos somos iguales y que no hay clases sociales, perdón, ¿pues en qué mundo creen que viven? Seguro que no les dijeron que no se puede vivir en el capitalismo salvaje, más salvaje que nunca, con las reglas del comunismo primitivo. No puede ser que le reclamen esta bicoca algunos pensionados que, luego de 40 o 50 años laborando arduamente en las minas de carbón, reciben entre 7 y 12 mil pesos. Los clásicos bueyes como dice la gran samaritana Xóchitl, que a los 60 años no pudieron hacerse de un patrimonio. Claro, a ver, ¿qué les costaba hacer unos negocios dudosos con el INAI? O sea, como dicen Chumel Torres y Vicente Vox, la gente es huevona y se conforman con recibir unos unos pesitos de papá gobierno y tienen miedo —siempre el miedo— de perder esa limosna. Una filosofía espléndida y humanista que se centra en un pensamiento fundamental: “El pobre es pobre, porque no es rico”.
Qué bueno que mi María Amparo amparó su inocencia en lo que Lady X ha sabido hacer muy bien, aunque las encuestas no lo reflejen, en hacerse la “vístima”. Sin mostrar pruebas ni documentos, como en el libro de Anabel Hernández.
¡Qué bonito es lo bonito!