En el clásico del sábado pasado, entre Barcelona y Real Madrid, estaban en juego tres puntos y la validación del nuevo proyecto deportivo blaugrana dirigido por Ronald Koeman.
Con un penal cuestionable, el Barça perdió en ambos frentes y aún se debate si habrá o no voto de censura por la pandemia y el estado de emergencia decretado desde el domingo en España.
Es lógico que Josep Maria Bartomeu no quiera salir con un voto de censura y al club le conviene que los directivos cumplan con los avales de esta temporada.
El voto de censura solo conseguiría adelantar las elecciones previstas para marzo, reforzar el plantel fichando entre lo que esté disponible en el mercado de invierno y la misión imposible de convencer a Messi para quedarse.
No hay mucho que ganar, pero el FC Barcelona es un club que suele estar inmerso en crisis institucionales cuando no llegan los resultados en la cancha.
Esto contrasta con la paz institucional del eterno rival merengue, lograda mediante cambios a los estatutos que dificultan postularse a candidatos alternos.
Los números no mienten y en 2019, el Barça ingreso 159 millones de euros por conceptos relacionados al día de partido como taquillas, abonos, esquilmos, etcétera.
Sin ese ingreso y muy probablemente sin Messi, la nueva directiva tendrá el gran reto de mantener el liderazgo del Barcelona en el siglo XXI; tanto en la cancha como en la Liga del dinero de Deloitte.
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