Una pregunta de sociólogo: ¿cuál es el rasgo más saliente de la comunicación actual? La respuesta ha sido expresada desde hace varios años por pensadores byunchulhanescos del mundo contemporáneo, y puede resumirse en una palabra: infodemia.
Es tanta la información actual, son tantos y tan torrenciales los mensajes que nada parece configurar cuerpos de contenido amplios y compactos, sino partículas sueltas que necesariamente crean la impresión de caos.
En esta superabundancia de mensajes están detrás, entre otras sombras, el poder, el control social, el mercado y la incapacidad generalizada, social, para dar sentido congruente a cualquier idea, pues el conocimiento de la realidad se genera hoy a partir flashazos que impiden la atención, la concentración y el análisis detenido de cualquier hecho.
El exceso de oferta creó la inquietud por no perderse algo: queremos ver todo tan rápido como sea posible, y es aquí donde aparece la dictadura de la pedacería.
Enumero cuatro productos ya genéricos de la infodemia:
Películas: no hace muchos años no necesitábamos resignación para ver completa una película.
Era lo lógico, entrar en la historia y recorrerla de la A a la Z, y ni siquiera éramos conscientes de nuestra paciencia.
Hoy existe una variante del resumen que no es el trailer, como le llaman, sino un resumen narrado por un locutor con escenas reales de las cintas.
Con este método podemos “ver” diez o más películas al día.
Futbol: alguna vez escribí que, para no perder tiempo, incurrí en la costumbre de ver resúmenes de partidos, sistema que igualmente permite monitorear la jornada completa en poco más de una hora, pues cada partido “dura” en promedio diez minutos.
Infografías: las universidades deberían ser defensoras del aprendizaje denso, sereno, moroso y hasta memorístico, como sostuvo George Steiner, pero hasta en ellas se ha puesto de moda el fomento de las infografías y los mapas conceptuales, herramientas ideales para convertir a los alumnos en herramientas ideales.
Tutoriales: creo que a todos nos ha pasado necesitar un tutorial y elegir el más corto.
El apremio por resolver algo no pasa ni de lejos por el interés de dominar un oficio o un arte. No es el tedioso “hágalo usted mismo” de hace años.