Los ediles ni tienen el valor y les vale.
Que en sus municipios los chupaductos están matándose, que los delincuentes pasan frente a las patrullas, que las autoridades tienen identificados a los que están involucrados en la ordeña de ductos de Pemex o que los policías dan protección a esos sujetos.
Nada de eso los alcaldes hacen que ni ven, ni escuchan, optan por no tener broncas con los delincuentes y se lavan las manos diciendo que es un problema del gobierno federal.
El estado de Puebla alcanzó por primera vez el nada honroso primer lugar en robo de hidrocarburos en el primer bimestre de 2016, con un total de 195 tomas clandestinas, superando a Guanajuato y Tamaulipas con 166 y 109, en ese orden.
Si bien es cierto que el gobierno de la República es el facultado para dar seguridad en los ductos de Pemex, por mera contribución con su país, los alcaldes pueden mejorar los patrullajes, sin que por completo se dediquen a cuidar la red de hidrocarburos de la paraestatal.
Las corporaciones de seguridad pueden ordenar patrullajes en rutas estratégicas por carreteras y caminos por donde pasan todos, incluso las camionetas y camiones cargados con combustible robado.
En la realidad sucede que los directores de Seguridad Pública y los alcaldes dejan que sea el Ejército el que intervenga cuando pueda, y los policías municipales reciben indicaciones para patrullar zonas donde no pasa nada.
Es como cuando cualquier persona ve que en la casa del vecino están robando y no da aviso a las autoridades.
Hay municipios donde las autoridades tienen bien identificados a los grupos que delinquen, pero esa información no la reportan a las autoridades federales, dizque por amenazas de los chupaductos, aunque nadie sabe si sea por otros motivos, tal vez económicos.
Las autoridades locales insisten que el robo de hidrocarburos es un tema de la federación.
¿Qué sucede cuando sus policías están involucrados en la protección a los delincuentes?
El mejor ejemplo es el de julio de 2015, cuando elementos del Ejército Mexicano capturaron en Tepeaca a Marco Antonio Estrada López, quien era el director de la Policía Estatal y a Tomás Méndez Lozano, entonces jefe del Grupo de Operaciones Especiales.
Los mandos fueron capturados cuando daban protección a los chupaductos. ¿Ese tema también es de la federación?
ivan.tirzo@milenio.com