A la desaparecida Procuraduría General de Justicia del Estado de Nuevo León le autorizaron en 2018 ejercer un presupuesto, en números redondos, de 3 mil 222 millones de pesos. Su sucesora, la Fiscalía General de Justicia del Estado de Nuevo León, solicitó para el ejercicio 2019 un presupuesto de 6 mil 58 millones de pesos.
¿Por qué semejante brinco? Porque debía solventar el costo del llamado Plan Estratégico de Transición, unos 330 millones, y además debía costear la operación de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales y de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción.
Pero para 2019 solo le autorizaron 2 mil 964 millones de pesos. El resultado fue que, además de no cumplirse en tiempo y forma con los propósitos, la Fiscalía nació pobre y peleada con El Bronco, pues promovió una controversia constitucional.
Para el año por venir, la Fiscalía solicitó un presupuesto de 3 mil 636 millones de pesos, justificando debidamente los progresos, pero a la hora buena solo le autorizaron 3 mil 67 millones. El gobernador dijo que todos deben apretarse el cinturón.
Si todo esto fuera cierto, tendría sentido decirle a la Fiscalía que se aguante, porque en efecto no habrá más dinero. Pero…
Aunque Nuevo León tiene buen nivel de autonomía, su presupuesto depende en un 80 por ciento de lo que recibe de la Federación, y se ha manejado mucho que doña Fede tiene muy castigado al estado en sus apoyos. Marco Pérez Valtier ha analizado el caso y opina que no hay tal maltrato. Si pensamos que entre 2015 y 2020 el dinero federal para Nuevo León aumentó 36% en términos nominales, ciertamente al estado la ha ido bien comparado con la inflación.
Quizás el lado crítico del asunto tenga que ver con ciertas revelaciones recientes que dicen una historia algo distinta: algunas dependencias han visto sus presupuestos crecer fenomenalmente, muy por encima de ese 36%, de la inflación.
Si la cobija no alcanza, es en parte por la austeridad, aunque ésta no alcanza los niveles de castigo que algunos manejan. Es que la austeridad no es pareja, y si, como dicen, cuando la leche es poca, al niño le toca, en el reparto de los pesos no se entiende desde afuera por qué es tan disparejo el reparto. La discrecionalidad tiene más culpa que la austeridad en la capacidad de cobertura de la proverbial cobija.