No con alguna arrogancia de sobreviviente, sino con la gratitud de que quizás alguien arriba decidió que todavía sirvo y debo hacer más aquí en este lado de la vida.
El jueves catorce de mayo ingresé con neumonía, grave, con mis pulmones colapsados.
Regresé ayer.
Estoy muy agradecido. Con Claudia y Heriberto, mi familia, quienes con su temple, buen ánimo y amor me sostuvieron en pie.
Gracias a mi amigo el doctor José Antonio Padrelín por su intervención, y al doctor Barbachano, infectólogo internista.
A los doctores Lozano, García, y Santos, neumólogos a cargo; y al extraordinario equipo de enfermeras de la unidad de cuidados intensivos Covid del Sanatorio Español. Muchas gracias.
Mi abrazo y mi gratitud para mis queridos amigos y socios. Florentino, Arsenio, Daniel, y Amando, por estar atentos y enviarme siempre su aliento entusiasta.
A todos mis amigos, gracias.
¿Qué sigue para mí? Por lo pronto treinta días de convalecencia.
Y luego seguir atento.
Trabajando.
Señalando los enormes errores del Gobierno Federal.
Su indiferencia ante las familias de miles de mexicanos que mueren por la pandemia, su necedad en proyectos tan inútiles como caprichosos, la negligencia criminal ante los tantos enfermos que sufren y que mueren por falta de equipo y de medicamentos en los hospitales públicos.
Su petulante desinterés por los millones de empleos perdidos, por el cierre de empresas y por la pobreza mayúscula que viene.
Y sigue para mí, además de mis actividades actuales, participar con mayor énfasis en la ayuda comunitaria.
Con mayor decisión en la vida pública de Torreón, de nuestra querida Comarca Lagunera.
Ya es hora.
