Un sabueso tiene trescientos millones de células olfativas y por su olor puede identificar a una persona a cincuenta metros de distancia.
Nuestro olfato es treinta veces menor que el de un perro.
Las águilas pueden ver a un roedor desde cuatro kilómetros. Las hormigas pueden cargar veinte veces su peso. Para los felinos no existe la noche porque sus ojos ven claramente en la oscuridad.
Comparados con otros animales los humanos tenemos fuertes limitantes para percibir el mundo físico y sin embargo no echamos de menos estas capacidades de percepción superior porque nunca las hemos tenido.
Percibir el entorno sólo en función de los límites de nuestros sentidos y del conocimiento que tenemos, estar conformes con ello y no alcanzar a imaginar el mundo más allá de nuestra realidad percibida tiene un nombre.
Umwelt se llama.
La palabra nombra esa percepción egocéntrica que todos tenemos por las experiencias de vida, por la cortedad sensorial humana y por nuestras limitantes cognitivas,
La ignorancia es una enfermedad silenciosa.
La ignorancia nos inmoviliza en tanto no despertemos a la necesidad de conocer.
La ignorancia nos condena a una especie de tosquedad vital. A vivir encerrados en un mundo muy pequeño.
El conocimiento nos da el olfato del sabueso para entender la realidad social, la vista del águila para observar el mundo tal como es, y el ojo de tigre para que así sea en la oscuridad iluminemos el porqué de las cosas.
La ignorancia no se siente. Nadie se levanta echando de menos no tener conocimientos de leyes, de economía, de finanzas, de biología, de matemáticas, de sociología, de literatura, de política, de geografía, y de urbanismo.
Pero nuestro mundo es más rico cuanto más sabemos.
La curiosidad es divertida y aprender cosas nuevas hace la vida muy interesante.
@hhramos
