En ocasiones, las imágenes condensan mejor las historias que cualquier relato escrito, de ahí su poder, como la oportuna fotografía tomada al ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin, comiendo en el restaurante Hunan de Las Lomas.
Ver que quien aceptó sobornos millonarios y utilizó las aeronaves de Pemex en su beneficio personal -incluso para trasladarse en el helicóptero oficial de su casa a la oficina- acudir, sin vergüenza alguna, a comer en un restaurante conocido desató indignación por todas partes.
El nombre de Emilio Lozoya se ha convertido en sinónimo de la corrupción y la impunidad y ha puesto en apuros tanto al poder Ejecutivo como al Judicial porque le han dispensado un trato privilegiado, de excepción.
La imagen que hizo circular en sus redes sociales la periodista de negocios Lourdes Mendoza se volvió viral en instantes y dividió a quienes defendieron el derecho de Lozoya a salir a comer a donde sea, pues solo está impedido de salir del país, y a quienes condenan la impunidad con que se muestra en público.
La veracidad de la fotografía fue puesta en cuestión, en un inicio, por decenas de personas, entre ellas Antonio Attolini y Jenaro Villamil, e incluso el ex funcionario Simón Levy le entró a la polémica al ofrecer 500 dólares a quien hubiera estado físicamente en el restaurante y observado a la periodista tomando la foto. Sin embargo, las evidencias mostradas por la misma Lourdes y otras personas sobre la inauguración reciente de esa terraza en el restaurante Hunan despejaron las dudas.
Lo cierto es que Lozoya accedió a trabajar con la justicia mexicana a cambio de un criterio de oportunidad con la fiscalía general, lo que permitió a esta iniciar otras indagatorias que, por ejemplo, tienen en la cárcel al ex senador Jorge Luis Lavalle Mauri, una de las 16 personas señaladas por el ex director de Pemex.
A cambio de su declaración, Lozoya fue obligado solo a portar un brazalete electrónico, se le retuvo su pasaporte y debe acudir ante el juez Juan Carlos Ramírez Benítez cada quince días al Reclusorio Norte a firmar mientras dure su proceso por operaciones con recursos de procedencia ilícita, asociación delictuosa y cohecho por el caso Odebrecht.
Si alguien sabe dónde ha estado Lozoya y tiene registro preciso de sus movimientos es la policía ministerial encargada del monitoreo satelital del ex colaborador de Peña Nieto.
La foto detonó otros debates paralelos, como la pertinencia de ejercer una sanción social contra el restaurante, como propuso el académico y antilopezobradorista Max Kaiser, “porque recibe a personas que desfalcaron a México y pactaron impunidad con este gobierno, a través de mentiras”.
Ante la defensa del restaurante hecha por algunos, Kaiser pidió revisar la importancia y la efectividad de las “sanciones sociales” como medida complementaria en la lucha contra la corrupción.
Pero quizá quien resumió mejor la indignación, y de manera breve, fue Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda: “La impunidad siempre es una afrenta”.
Héctor Zamarrón
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