Cuando Starbucks se estableció en México hace unos años no le vi mucho futuro. Siempre pensé que un país como el nuestro, que produce excelentes tipos de café, defendería vigorosamente los colores de su bandera. Frente a los polvos azucarados de una desconocida fórmula química con saborizante debían triunfar con mucho las semillas naturales del café de Coatepec o de Chiapas. Pero no. No solo perdieron la significativa batalla nuestras semillas de café, sino que la cadena de cafeterías de origen estadunidense amplía su territorio día a día en México. Hay calles que cuentan con dos o tres establecimientos, donde los consumidores se disputan las mesas, devoran pastelitos, emparedados, cocteles de frutas y sorben algo que tiene un vago sabor a café. Evidentemente nuestras semillas perdieron esta desigual batalla en la que se pelea el sabor y no tanto la identidad nacional.
Pero Starbucks gana este tipo de batallas todos los días. La empresa sabe cómo actuar frente al rechazo frecuente, incluso en países con arraigada tradición cafetalera, como Brasil, donde la firma tiene ya unos 115 locales solamente en Río de Janeiro y Sao Saulo y se dispone a entrar en Brasilia y otras ciudades del sur del país.
El fenómeno de conquista de mercados de Starbucks es como el de la cadena de expendios de hamburguesas McDonald’s con sus productos de dudosa calidad. Cuando llegó a México, las filas para ingresar al primer local que abrió al sur de Ciudad de México no tenían fin. Lo mismo sucedió en China o en la desaparecida Unión Soviética. Ahora McDonald’s cuenta con unos 34 mil establecimientos funcionando en 120 países. Tal solo en China tiene 2 mil 142 locales y en Rusia 486. En ambos países se resistieron largamente al consumo de sus productos reñidos con la gastronomía. En México operan alrededor de 650 locales de la marca.
En estos días la guerra por el sabor y las tradiciones locales se libra en Milán, la norteña ciudad italiana. En un país obsesivamente cafetero, donde la gente no vive el día sin unas cinco tazas de café, Starbucks ha librado desde hace rato constantes batallas para ganar centímetro por centímetro de terreno. Al final ha triunfado en una guerra muy significativa haciendo mínimas concesiones.
El primer local que ha echado a andar en esta ciudad es una suerte de Disneylandia, donde los consumidores pueden adquirir los productos de la marca luego de un paseo por el proceso de preparación del café, que tiene unos de sus momentos estelares en una gigantesca tostadora y trituradora de las semillas que funciona frente a los ojos del cliente.
El Starbucks de Milán abrió sus puertas a finales del año pasado en un céntrico terreno de 2 mil 300 metros con un prometedor futuro en el corto plazo. Solo deberá resistir los embates de sus aguerridos detractores, que no son pocos. Al final, Italia ya no será la misma.