Cultura

Allen, un triste final

  • Sentido contrario
  • Allen, un triste final
  • Héctor Rivera

La ley y la justicia son bastante guangas en Estados Unidos. La manera como el largo brazo de la ley y la moral estadunidense ha perseguido durante largos años al director fílmico polaco-francés Roman Polanski por sus crímenes de carácter sexual contra una adolescente de 13 años en 1977 parece dar prueba de ello. El realizador tenía entonces 43 años y ahora a sus 85 sigue viviendo sus días atemorizado y perseguido por una justicia que lo ha sometido a toda clase de acosos y humillaciones desde que huyó de Estados Unidos en 1978.

Pero en realidad la ley es pareja solo en muy contados lugares. En Estados Unidos no. El realizador Woody Allen vive ahora a sus 83 las consecuencias de una visión muy laxa de la moral y de un estilo de vida marcado por la vanidad, la prepotencia y el exceso. Hacía y deshacía en Hollywood, como muchos de su especie que han llegado a controlar en cierta medida cada rincón de la producción fílmica.

Director, actor, guionista, productor, músico, ha realizado unas 45 películas desde finales de los 60, cada una más exitosa en general. Comediante muy afortunado en sus inicios, terminó por convertirse en un autor cinematográfico de estilo europeo más o menos exitoso. Algunas de sus cintas son de hecho réplicas del trabajo de cineastas de culto, como el sueco Ingmar Bergman. No está ahí por cierto lo mejor de su filmografía.

En casos como el suyo, como en el del productor Harvey Weinstein, parece difícil separar una carrera exitosa de una vida de excesos en perjuicio de los cercanos cuando ambas circunstancias se determinan una a la otra. Weinstein, cuyo nombre est´pa asociado con muchos de los productos más exitosos en la industria del espectáculo hollywoodense, propició con sus abusos una suerte de insurrección femenina internacional en defensa de su dignidad y su integridad, que terminará posiblemente por llevarlo tras las rejas durante un buen rato.

Allen en cambio no tiene querella alguna por similares razones en ningún tribunal. Los delitos que ha cometido y que él niega comenzaron con las denuncias de su ex esposa Mía Farrow y de algunos de sus 11 hijos, la mayoría adoptados, luego del hallazgo entre sus pertenencias en su casa de fotografías de una de sus hijas desnuda, y siguieron con otras acusaciones de sus niños por tocamientos y juegos indecentes. Al final, Allen debió abandonar el hogar familiar, se llevó a su hija en calidad de esposa y fue obligado al divorcio por Farrow.

Repudiado por actores y actrices, se encaminó rumbo al desempleo cuando los productores hollywoodenses se negaron a financiar sus proyectos y quedó integrado a la lista de abusadores perseguidos por las combativas señoras asociadas con la industria del espectáculo.

Tal vez la condena que enfrenta ahora en pleno desempleo, lejos de los tribunales y en manos de las justicieras morales, sea de las peores.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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