Cultura

Aiello

  • Sentido contrario
  • Aiello
  • Héctor Rivera

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Danny Aiello pudo haber vivido como Tony Pellicano. Tal vez habría acumulado pilas de dinero disfrutando de lujos y fiestas, autos caros y vestuarios costosos. Pellicano está ahora en la cárcel pagando las consecuencias de valerse de un bate de beisbol como herramienta de trabajo. Vendía protección, amenazaba, golpeaba, intimidaba a medio Hollywood mientras la otra mitad lo mantenía bajo contrato para gozar de su ayuda cuando no recibía su pago a tiempo, cuando un productor no respetaba un contrato, cuando un periodista merodeaba con frecuencia. Italiano de origen como Pellicano, igualmente alto y corpulento, Aiello eligió otra vida en Hollywood, sin duda más decente. 

Recién fallecido a los 86, Aiello apareció en todo género de películas. De ladito, atrás, al fondo, muy pocas veces al frente, con una capacidad histriónica pocas veces reconocida. Su talento más grande era quizá su modestia frente a los papeles chiquitos, al lado de su presencia cálida y entrañable, aun cuando sus personajes exhibieran a veces cierta rudeza. Así es Hollywood y así lo entendió siempre, sin quejas ni sufrimientos, no al menos en voz alta.

Participó así en cintas exitosas, como la segunda parte de El padrino, Érase una vez en América, El perfecto asesino, Hechizo de luna y La rosa púrpura de El Cairo, pero hizo un montón de discretas apariciones en el cine. Y así, de ladito, trabajó en el cine bajo las órdenes de figuras tan respetables como Woody Allen, Francis Coppola, Luc Besson, Sergio Leone y Robert Altman, entre otros. Sumamente activo, empeñoso e inquieto, dejó una película en preparación, The Italy Boys, y la que será su última cinta, recién terminada y aún sin estrenar, One moment.

Aiello actuó también en películas rarísimas, como la que llevó por título El pepino, bajo la dirección de Paul Mazursky, una comedia bastante destemplada a propósito de las baraturas fílmicas que emprende Hollywood con frecuencia y sin remordimientos. Tragicómico, su personaje aquí es un director de cine acosado por el hambre y las muchas deudas, que ve la luz al final del túnel cuando le ofrecen la dirección de una película de ciencia-ficción que narra la historia de unos granjeros viajando por el espacio a bordo de un pepino volador. Muerto de vergüenza, aterrado ante el próximo estreno de la película, de cara a un estrepitoso fracaso, el director sueña con filmar una película mas interesante sobre la Conquista de México.

Hijo de una costurera y un obrero italianos, Aiello conoció el hambre y la miseria, como Pellicano. Manejó un autobús y se desempeño en trabajos humildes, hasta que comenzó a dejarse escuchar en emisiones radiales, a actuar en obras teatrales y aparecer en videos y la televisión. Saltó de ahí al cine, donde al cabo de una larga trayectoria se hizo presente siempre en un amplio registro fílmico. Por supuesto, se le va a extrañar. 

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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