Hace mucho tiempo que no escucho la palabra hebdomadario, sinónimo de semanal, y que casi siempre se refiere a los periódicos.
Con la palabra semana se pueden fraguar palíndromos afortunados.
En cambio, con hebdomadario es imposible. ¿Por qué? Porque una de las reglas principales del arte del palíndromo es la elusión o evitación de consonantes consecutivas.
Palabras como Carlos arrojan un solo palíndromo con mínima cordura semántica: Sol rácano dona Carlos.
Sin embargo, con semana despunta éste de deliciosa retranca retórica y que le gusta mucho a César Santos Campa, quien adora a su Ana pero no puede dejar de celebrar: Ana me sala la semana.
Intentaré hacer un breve recuento de los palíndromos que proceden de los días de la semana. Por ejemplo, con lunes el emblemático, logotípico:
Sé nulo lunes. Cuya prolongación no va mal con el refranero popular que afirma “Más feo que los lunes”:
sé nulo día, caído lunes. ¿Y con martes? Conciso, lacónico, sucinto:
se trama martes. ¿Y con miércoles? Se lo creí: mamá ama miércoles. ¿Y con jueves? Reí, jueves se ve, ujier.
¿Y con viernes? Latí, viernes usen, reí vital. ¿Y con sábado? El sábado dábasle o, también, Ana su sábado daba, Susana. ¿Y con domingo? ¡Epa! Consonantes consecutivas. El día del Señor se descansa.
Aunque el reto acepta la forma abreviada o apocopada del domingo como domi. Entonces sí: así rimó domi risa. De precario sentido, pero es lo que hay. A disfrutar lo que resta de la semana: Ana me sonríe, ¿reír?, ¡No! ¡Semana!
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