Mi arco creativo comprende obras que van, desde La exhumación de la imagen hasta, por decir lo menos, Ella era el jardín:
la historia de mi relación con Leticia, cuya palabra significa alegría, pero, como dice El triste de Cantoral canción interpretada por José José:
“no pido compasión ni piedad”.
Me siento fuerte, acaso más fuerte que nunca. Por qué? Porque soy longánime, esto es, me repongo a las adversidades, me crezco al castigo. Vienen tres libros míos y en puerta.
El primero, el mayor de todos, es precisamente Ella era el jardín: puse en ese libro, a un tiempo, todo mi corazón y toda mi inteligencia.
Por qué? Porque el Prado (Galán) se quedó sin jardín.
Alguna vez escuché a mi llorado maestro señor Lazalde, en el ISCYTAC de la comarca lagunera una frase que tengo tatuada, como dice la niña de las preguntas, en la mente y en el alma:
“Ser romántico es ser fuerte”.
Yo seré romántico hasta el último suspiro. He troquelado una obra que cumple una trayectoria de 30 libros de autoría única, pero la cantidad es, sinceramente, lo de menos.
Viene mi obra cardinal, qué será publicada, me gusta decir Dios mediante, por el Instituto Municipal de Cultura y Educación de Torreón, gracias a los buenos oficios del gentil y muy inteligente arquitecto Antonio Méndez Vigatá:
Ella era el jardín y lo seguirá siendo, desde otra dimensión, desde otro mundo. ¡Ah!
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