Política

Urgen cazafantasmas. Memorias del coronavirus/ XCVIII

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Miércoles 26 de agosto. 7:05. El mundo se niega a amanecer. Doña Leona Vicario repasa sus compras en Amazon; duerme, pero está despierta. Andrés: si tocan a la puerta les abres a los de Amazon. Quintana Roo farfulla: todo yo, todo yo. Además, tengo que atender la Cámara de Diputados. Esto no es vida.

Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gamés leyó una nota larguísima de Zorayda Gallegos en su periódico El País con la documentación correspondiente en la cual informa que “el Ejército mexicano usó 11 empresas fantasma en la modernización de las aduanas en el sexenio de Peña Nieto. Las fuerzas armadas, que obtuvieron los contratos por las amenazas del crimen organizado a las compañías privadas, desviaron 24 millones de dólares”.

“Durante el sexenio de Peña Nieto, la Sedena participó en un plan de modernización de infraestructura en las aduanas más importantes del país, donde utilizó 11 empresas fantasma a las que desvió 385 millones de pesos”.

Virgen Santa, esto ya se descuajaringó. Si la Sedena recurre a la creación de empresas fantasma, esto se ha convertido en una pandemia y un pandemónium.

***

12:05 pm.

Oigan esto e ingieran un Tafil: “Para realizar los trabajos, la dependencia militar firmó un convenio de colaboración con la Administración General de Aduanas del SAT, del que no se conocían detalles hasta ahora porque lo habían clasificado como reservado por 12 años”.

Císcalo, císcalo, diablo panzón: “El SAT justificó que encomendó las obras a la Sedena porque el crimen organizado dificultó la ejecución de los trabajos contratados con empresas privadas en proyectos de modificación de aduanas, así como de la planeación de nuevas instalaciones”.

“Mediante una base de datos que el SAT entregó a El País vía transparencia es posible saber que en nueve de los 30 proyectos de infraestructura aduanal, la Sedena subcontrató a 11 empresas que luego fueron declaradas fantasma por el mismo SAT”.

No somos nada. O sí, un amasijo de empresas fantasmas que arrastran sus cadenas de millones y millones de pesos. “En agosto de 2015 la Sedena tuvo a cargo la ampliación de la aduana de Ojinaga, en Chihuahua, donde las obras ascendieron a 342.3 millones. Casi la mitad de los recursos, el 48.4%, se destinó a un proveedor fantasma denominado Ramón René Lara Marín (…) Pese a no estar inscrito en el padrón de contratistas de la dependencia militar, Lara Marín fue el proveedor fantasma que facturó el monto más alto al Ejército al sumar un total de 269.1 millones de pesos desde septiembre de 2014 a diciembre de 2016”.

***

2:30 pm.

La hora sagrada. Y si la causa de estas empresas fantasmales fuera el hecho desmedido y absurdo de que el Presidente le haya encomendado a las fuerzas armadas trabajos civiles: el más reciente que se les ordenó a las fuerzas armadas es el control de los puertos y las aduanas, pero antes ya eran responsables de construir en Santa Lucía el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles; las 2 mil 700 sucursales del Banco del Bienestar; dos tramos del Tren Maya; la remodelación de 32 hospitales abandonados en sexenios pasados, en el marco de la emergencia sanitaria por covid-19, también la atención de esta enfermedad y desde luego la Guerra contra el narco. De igual forma, se les instruyó para apoyar el combate al robo de combustible de Pemex, la custodia de pipas, el plan de vigilancia en las fronteras norte y sur para frenar la migración hacia Estados Unidos; la construcción de cuarteles para la Guardia Nacional, apoyo a los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, la distribución de fertilizantes, así como la vigilancia en la entrega de los recursos de programas sociales. Aigoeei.

Y ahora ¿qué vamos a hacer?: militarizamos el país y resulta que también en esa zona sagrada se pudre la fruta.

Todo es muy raro, caracho. Como diría Mahatma Gandhi: “Nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados”.

Gil s’en va
gil.games@milenio.com

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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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