Política

Tremendo varapalo

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El presidente Liópez Obrador se ha llevado tremendo varapalo. La Suprema Corte de Justicia anuló la transferencia de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Por ocho votos contra tres, el Pleno de la Corte invalidó las partes centrales de la reforma del 2022 a varias leyes secundarias, por las cuales se le asignó a la Sedena el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional que antes estaba bajo el mando de la Secretaría de Seguridad Pública.

Gil siente que corre por sus venas sangre jurídica, o sea, se siente casi abogado de fuste y fusta. En contra de la anulación votaron Arturo Zaldívar, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, una minoría muy minoría y no poco entregada a los mandatos de Palacio (Gamés siempre quiso escribir “mandatos de Palacio”).

Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y caviló: tenía que ser. Ponencias aparte, defensas serias y rigurosas, explicaciones sesudas de constitucionalistas, el Presidente lleva años ofendiendo al Poder Judicial, injuriando a la Corte, difamando a los jueces, amenazando a los integrantes de uno de los tres poderes de la nación. ¿Qué quería? ¿Papita? Pues resulta que su iniciativa era insostenible y que, además, la trama de la miga jurídica fue armada como si Gilga hubiera sido su asesor (ah, la voz pasiva ha regresado). ¿Lo ven? Gil, abogado.

Gamés sugiere: no le vayan a dar aguacate al Presidente en la comida, ni siquiera avocado sauce porque la cosa se pone fea. Ahora mal sin bien: la mañanera será una feria de insultos, dislates, gritos y sombrerazos. Reporteros que cubren la ocasión: lleven paraguas. Gilga se informa a sí mismo: la Suprema Corte se ha convertido en un contrapeso serio y responsable. Gil no quiere echar las campanas al vuelo, pero bueno, un poco de optimismo no le hace daño a nadie.

Sedena

Cualquiera diría que el Presidente ya sabía algo porque estaba que no lo calentaba ni el sol. Y se cierra con siete llaves cualquier información delicada e importante de la Sedena porque el Pentágono nos espía. El puchero que logró el Presidente le trae: cinco años al congelador la información de Pegasus, protesta por lo que Liópez considera una intromisión abusiva y prepotente de Estados Unidos y, además, considera politiquería la publicación de The Washington Post sobre las tensiones entre Sedena y Marina.

Gil lo sabe: hay semanas negras, que sólo aceptan como respuesta pesetes y reniegos (aigoeei). Nosotros no espiamos, pero sí tenemos un aparato de inteligencia, faltaba más,  no somos iguales; el espionaje del que habla el Presidente le parece a Gil que tiene un pequeño problema en su crítica: defiende, por decir así, al cártel de Sinaloa y a los Chapitos.

Gil se acuerda de que el Presidente saludó y le recibió una carta a la abuelita de los Chapitos y pidió ayuda humanitaria para que la esposa y su mamacita del Chapo visitaran al reo. Gamés ha leído que a estos muchachos les gusta echar a sus enemigos, vivos a muertos, a los tigres que tienen en sus propiedades. Pero nos estamos desviando de la Sedena y sus asuntos.

Los viajes de mi General

Gil lo leyó en Aristegui Noticias. Ignacio Rodríguez Reyna escribió un reportaje sobre los viajes de lujo del titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, y su familia. Reyna escribió el texto en colaboración con Mexicanos contra la Corrupción, por llamar así a la utilización de esos materiales, y Fábrica de Periodismo. Para no hacer muy largo el cuento: el General se ha despachado con el cucharón de los aviones de la Secretaría, los viáticos luminosos, los hoteles de mil estrellas, en fin, una vida feliz con su familia. Lástima que esa felicidad se pague con recursos públicos. Esposa, hija, hijo, nuera, nieta y en algunas ocasiones consuegra. Nueva York, Roma, Santo Domingo, Colorado, Milán, Venecia, Florencia, París. Dinerales.

Esta austeridad sí le gusta a Gilga. No vamos a andarnos con naderías. Por cierto, el General no gana más que el Presidente, eso que ni qué y lo que sea de cada quien. El Presidente no ha dicho esta boca es mía. Buena cosa cuando se sabe vivir bien.

Todo es muy raro, caracho, como diría Lord Byron: “Y después de todo, ¿qué es una mentira? Nada más que la verdad con máscara”. 

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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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