Gil ha vuelto a recordar sus días de estudio en Princeton, Yale y Harvard, mju. Un tiempo magnífico de estudio y conocimiento de la economía y sus alrededores. Tal vez Carlos Urzúa fue compañero de banca de Gilga, y puede asegurar, además, que Zedillo, el mismísimo, exponía no con pulcritud, sería mucho pedir, pero sí con ganas, un poco como fue su presidencia, de inesperados tropiezos.
Gamés se perdía en esos recuerdos cuando encontró una entrevista de Javier Lafuente a Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda, publicada en su periódico El País. Las palabras de Urzúa le han puesto a Gil los pelos de punta y punto: “Ya veníamos enfrentando problemas desde el año pasado y la crisis de la covid nos hundió y nos mandó por una espiral hacia abajo; pero el problema ya se veía venir desde antes. Entender lo que está pasando en México, al menos en términos económicos, no es difícil porque está muy bien diagnosticado desde hace mucho tiempo. ¿Cuál es el problema principal, seas el Gobierno federal o los estatales, que enfrentas? Esencialmente que no tienes dinero”.
Señoras y señores y señeres, no tenemos suficiente dinero. El gobierno quiere sacarlo debajo de las piedras, pero por desgracia no llueve dinero: “La recaudación tributaria es ahorita del orden del 14% del PIB. Cuando tú tienes una recaudación así, a no ser que tengas ganancias extras muy grandes por derechos de hidrocarburos o del cobre, como en Chile, o cosas de ese tipo, no va a salir bien nada porque es demasiado poco dinero para la magnitud de los problemas que enfrentas. La gran mayoría de los países en Latinoamérica tienen al menos una recaudación tributaria del 20% del PIB. Si tú quieres ser un país que de manera, digamos, ordenada pueda progresar (…) pues tienes que tener una cierta cantidad de dinero y México no la ha tenido. De vez en cuando nos salvan yacimientos petroleros como Cantarell, en la época de López Portillo, pero ahora sí estamos enfrentando el asunto de manera muy descarnada, simplemente no hay dinero”.
Gil le preguntaría a Urzúa por qué si hay dinero para el Tren Maya y Dos Bocas, y los viejitos y los jóvenes. El acaso respondería que hay para eso y para nada más, y que incluso se le terminará al gobierno el dinero para esos proyectos antes de tiempo. Aigoeii. Así las casas, Gamés quiso imaginar una reunión de Urzúa y el Presidente: ¡Porque lo digo yo, Urzúa! Y ya, san se acabó. Y se acabó: Carlos Urzúa metió sus pertenencias a una caja de cartón y salió pitando de la Secretaría de Hacienda.
Oigan esta breve lección de economía: “Si quieres crecer como país debes tener al menos una inversión del orden del 25%. La inversión pública ha ido reduciéndose a lo largo de los años…¿Qué es lo que pasó ya para 2019? Que en lugar del 22.9% del PIB acabó siendo 20.2% del PIB. ¿Por qué? Porque la inversión pública cayó, porque ya no hay dinero; que la inversión privada también cayó. ¿Por qué? Pues, por una falta de confianza, me parece a mí, en el Gobierno federal”. Un grito desgarrador hizo trizas el silencio del amplísimo estudio: ay, mis hijoos, sin dinero y sin confianza.
Prosigue la lección, la terrible lección: “El mayor riesgo que yo veo es este enfrentamiento que está germinando, pero que eventualmente se va a dar, muy pronto, entre los Gobiernos, sobre todo estatales y el Gobierno federal, porque no hay dinero. La gran mayoría de sus ingresos provienen de las participaciones federales, pero las participaciones federales dependen de cuánto recaudas y eso depende de la dinámica que tiene tu economía, y en este momento todo se está cayendo. Todavía no hay cifras respecto a mayo, por ejemplo, pero seguramente el impuesto sobre la renta y el IVA se desplomaron. Eso, desde un punto de vista de la ley de coordinación fiscal, significaría que también las participaciones disminuirían de manera dramática, no sólo las del Gobierno federal… Hay un segundo riesgo que sí es muy preocupante y del que nosotros estábamos muy conscientes desde el inicio, que es el asunto de las pensiones, que al final del día es una bomba de tiempo que va a estallar”.
Dios mío, bombas que van a estallar, que se la haga la boca chicharrón a Urzúa. Por desgracia lo que dice parece bastante sólido.
Todo es muy raro, caracho. Como diría Lichtenberg: “La inflación es como el pecado; cada gobierno la denuncia, pero cada gobierno la practica”.
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