Política

Milei

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Milei ha triunfado en las elecciones argentinas. Un enfermo mental que habla con su perro muerto y que quiso además clonarlo es el nuevo presidente argentino. Una desgracia mayor para toda la región. Y no vayamos a empezar con que el peronismo ha sido una calamidad y Milei también. Hay de calamidades a calamidades, sobre todo si quien ha ganado es un hombre instalado en el delirio. ¡Va a cerrar el Banco Central! La moneda será el dólar: terminará por destruir la economía.

Para los que aún tienen un resto de duda acerca de la locura de Milei, Gil les recordará algunos momentos de la vida de este orate recogidos de distintos periódicos y portales.

Javier Milei, El León, El Rey, El Loco, El Rara Avis nació el 22 de octubre de 1970 en la ciudad de Buenos Aires y se crió en el barrio porteño de Villa Devoto en una familia de clase media. Su padre, Norberto Horacio Milei, de 78 años, dedicó su vida laboral a los autobuses, primero como conductor y luego como propietario de siete líneas de transporte. Su madre, Alicia Luján Lucich, de 73 años, es ama de casa. Dice que fue un chico reservado, que repartía su tiempo entre los estudios y el deporte.

Lo más sensato que hizo este argentino chanta fue jugar como portero en el Club Atlético Chacarita Juniors, de la segunda división del fútbol argentino.

Católico, judío

El destino es extraño. Milei debería estar bajo estricto tratamiento médico, pero ahora es presidente. Como él mismo ha contado, lo que realmente marcó su infancia fue la violencia. Tanto así que desde 2010 no tiene relación con los que prefiere llamar sus progenitores. Milei recordó que el 2 de abril de 1982, mientras miraba por televisión al presidente de facto Leopoldo Galtieri anunciar el desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas/Falklands, le dijo a su padre que la decisión del gobierno militar le parecía un “delirio” por la relación desigual de fuerzas entre un ejército y otro. “A mi padre le agarró un ataque de furia. Empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina”, recordó Milei en una entrevista con el periodista Agustín Gallardo hace cinco años. “De grande dejó de pegarme para infligir violencia psicológica”, relató. “Siempre me dijo que era una basura, que me iba a morir de hambre, que iba a ser un inútil”. Pero desde su perspectiva, el maltrato físico y psicológico que recibió de niño y joven, en lugar de debilitarlo, lo fortalecieron. “Eso hizo que ahora no le tenga miedo a nada”. A esto se le llama educación de caballo y delirio galopante. O sea que le viene de familia.

Milei dice que es católico, pero ha dicho que piensa convertirse al judaísmo, y ha sido muy crítico con el papa Francisco, al que llamó “el representante del maligno en la Tierra” que “tiene afinidad por los comunistas asesinos”. Pero “el León”, como lo llaman sus seguidores por su melena, no creció solo. Karina Milei, su única hermana, un año y medio menor que él, es una figura central en su vida. Milei ha comparado el vínculo que los une con el del profeta más importante para el judaísmo, Moisés, y su hermano Aarón: “Moisés era un gran líder, pero no un gran divulgador. Dios le mandó a Aarón para que se comunicara. Yo soy a Kari lo que Aarón es a Moisés”. Definitivo, el presidente argentino necesita unas pastas muy fuertes para restarle algo a la paranoia que se le salta hasta por las orejas.

Paleolibertarismo

Milei se identifica como anarco-capitalista, una corriente que busca llevar a la mínima expresión el papel del Estado en la economía. O, como lo llamó él, un “no-Estado”. Es una propuesta que sus críticos advierten que puede funcionar bien como discurso, pero que se puede convertir en un dolor de cabeza en la práctica ante la eventual pérdida de empleos públicos y de programas de ayudas sociales de los que depende un buen porcentaje de la población. ¿Dolor de cabeza? Más bien el Estado sin cabeza.

No fue hasta 2014, que Milei se adhirió al mundo de la Escuela Austríaca, gracias a la lectura del libertario Murray Rothbard, un economista estadunidense reconocido por unir las ideas libertarias a la extrema derecha y dar forma al llamado “paleolibertarismo”.

Gamés caminó sobre la duela blanca del amplísimo estudio y musitó: estamos perdidos.

Todo es muy raro, caracho, como diría John Dryden: “La locura es un cierto placer que sólo el loco conoce”. 

Gil s’en va


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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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