Política

Dr. Jekill Adán y Mr. Hyde Augusto

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Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil seguía de cerca los mandobles que reparte el secretario de Gobernación. Adán Augusto López pasó de ser un negociador, como un tío muy amable, a un pandillero de callejón. Gil supone que no se le ocurrió así nomás una mañana a Adán Augusto López mientras desayunaba sus huevos estrellados con su café y jugo de naranja. Más bien y en todo caso este cambio de personalidad, Dr. Jekill Adán se convierte en Mr. Hide Augusto, sucedió en el desayuno de unos tamales de chipilín y unas tlayudas importadas del aeropuerto Felipe Ángeles.

Después de demostrar con transparencia aristotélica que los tabasqueños son más inteligentes que los norteños, Mr. Hyde Augusto esperó a Felipe Calderón en el callejón de los cadenazos. Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Francisco Valenzuela: “El gobierno de Estados Unidos investiga al ex presidente Felipe Calderón por el tráfico de armas para la delincuencia organizada como parte del operativo Rápido y furioso, aseguró el secretario de gobernación, Adán Augusto López, a quien refutó el ex mandatario negando todo y señalando que se trata de un intento  por encubrir el tema Guacamaya”.

Dr. Jekill Adán se encontró a Mr. Hyde Augusto; al verse, uno le reclamó al otro: cuidado porque andan diciendo que dejamos en Tabasco a unos señores muy cercanos al narcotráfico. Esto lo va a saber el solitario de Palacio. Mju.

Leales y obedientes

El Presidente se sintió obligado a limpiarle la plana, no se sabe si a Mr. Jekill o Mr. Hyde.  Gil lo leyó en su periódico MILENIO en una nota de Pedro Domínguez: “Los militares no están pensando en la presidencia de la República, los militares no tienen aspiraciones  de poder”. Liópez Obrador se las sabe de todas, todas, y ha entrado a las mentes militares, así se enteró de que no quieren el poder. Mju. “No están pensando en eso los militares; están pensando en servir al pueblo, y con un añadido: respeto profundo a los derechos humanos. Que no se nos olvide, las manchas del ejército se originaron por las decisiones que tomaron o las órdenes que dieron autoridades civiles, hombres fuertes o presidentes”.

Ay, Dios, resultó peor el trapito que la enfermedad. El poder civil es el culpable de las manchas militares, luego entonces, la cosa civil ha abusado del ejército y  de cuanto desastre militar haya ocurrido en México.

Gil no da crédito y cobranza; por piedad, lean esto: “Nuestro ejército no pertenece a la oligarquía, no se deja dominar por los grupos de poder económico político, no es como otros ejércitos, con todo respeto. Este es un ejército, además, surgido del pueblo, por eso hablo de que es pueblo uniformado”. ¿Cómo la ven?, dicho esto sin la menor intención de un albur militarizado. Muy feo, la verdad.

“Ejército del pueblo”, Dios de bondad. Gilga se pregunta: ¿qué quiere el Presidente? A juzgar por lo que hemos leído en su periódico MILENIO, Liópez Obrador quiere un ejército fuerte y a su lado, muy cerca, cerquísima. 

Sencillamente hipócritas

En su elogio militar, el Presidente no se ahorró nada. Lean si no: “Cuánta hipocresía de los legisladores del conservadurismo que no quieren que el ejército nos ayude en tareas de seguridad cuando ellos lo usaron para reprimir al pueblo y cometer masacres”.

Hay días en que Gamés no puede más y pierde el sentido: de nuevo la autoridad civil ha abusado de los militares, en consecuencia, el mandato civil debe ponerse a las órdenes militares. Gil no da más. Aigoeei. Gamés iba a escribir que el Presidente está viendo y no ve, pero se trata de un error, el Presidente ve lo que quiere ver y militariza a mansalva.

El elogio no cesaba, como lluvia de mayo: de que el ejército tiene cinco misiones encomendadas y una de ellas no se había utilizado, que es el desarrollo del país, dijo el Presidente.  ¿Se acuerdan de la última puerta hacia la noche de la que hablaba Gilga hace unos días? Esa puerta se ha abierto de par en par. Ay, nanis.

Todo es muy raro, caracho, como diría Joseph Conrad: “El valor de una frase está en la personalidad de quien la dice, porque nada nuevo puede ser dicho por un  hombre o una mujer”. 

Gil s’en va

Gil Gamés

gil.games@milenio.com

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Gil Gamés
  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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