Actualmente nos encontramos en un mundo donde hay un desdén de la gente hacia la democracia.
En países como México se pensó que con el devenir de la democracia la nación iba a mejorar en todos sus aspectos y el nivel de desarrollo deseado iba a llegar, pero muchas situaciones en lugar de cambiar permanecieron igual o peor.
De acuerdo a datos de la organización Oxfam, en 2017 el 1% de los mexicanos más ricos concentró el 28% de la riqueza en el país, mientras que en el año 2000 era del 24%, en pocas palabras, los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres; es cierto que hoy tenemos una clase media que no se tenía con anterioridad pero hoy esa clase media tiene más dificultades económicas y el sueldo que percibe es insuficiente para las necesidades de hoy en día, asimismo, un estudio realizado por el Pew Research Center en 2017, afirmaba que el 93% de los mexicanos estaba descontento con su democracia.
Hoy el establishment político es repudiado en la mayoría de los países, el boato, la mala gobernanza, la abdicación del interés público por intereses privados o el gatopardismo partidista, han sido caldo de cultivo para la aparición del populismo.
Según el historiador Federico Finchlestein autor del libro: “Del fascismo al populismo en la historia” el populismo ha recobrado vigencia.
Después de la segunda guerra mundial, políticos como Juan Domingo Perón, (presidente argentino en tres ocasiones y uno de los precursores del populismo contemporáneo) estaban identificados con el fascismo italiano, querían aplicar ese modelo en sus respectivos países, pero el fracaso de Italia y Alemania (ambas dictaduras fascistas) en la guerra hizo que el fascismo perdiera adeptos.
Luego de la segunda guerra mundial, algunos políticos adoptaron ciertas ideas del fascismo, por eso Finchlestein dice que el fascismo forma parte del árbol genealógico del populismo, desde Perón hasta Hugo Chávez.
El populismo a diferencia del fascismo ve en la democracia un fin para llegar al poder y una vez en el poder la utilizan como fuente de legitimización. El populista cree, que la unión entre líder, nación y pueblo es la fórmula ideal para lograr el desarrollo deseado, si opinas distinto a él o difieres de alguna de sus ideas, no eres pueblo, eres enemigo.
Por cuestión de espacio seguiré abordando el tema en la columna de la semana siguiente. Hasta pronto.
