No imagino qué diría el escritor Víctor Hugo si echara un vistazo a nuestra realidad, seguramente –licencias literarias aparte– pensaría que dos siglos después de la publicación de “Nuestra Señora de París” seguimos igual: hundidos en la misma ignorancia y fanatismo que el París del siglo XV.
Hace sólo una semana vivimos uno de los episodios más absurdos de los últimos tiempos en la Cámara de Diputados con el rechazo al desafuero de Cuauhtémoc Blanco, luego de la denuncia por abuso sexual en grado de tentativa contra su media hermana, en un acto que bien podría ser una versión 2025 de “La fiesta de los locos” de la novela publicada en 1831.
En un recinto lleno de hombres y mujeres que nos representan por elección popular –o deberían hacerlo– un grupo de legisladoras morenistas protagonizaron un lamentable espectáculo uniéndose al grito de “¡No estás solo!” para mostrar el músculo del partido y sus alianzas con la oposición para proteger al político, ex gobernador, ex alcalde y ex futbolista. Las llamaron traidoras, pero no les importó.
Con 291 votos a favor, 158 en contra y 12 abstenciones Blanco se salió con la suya, demostrando que goza de las mieles del poder y que pese a las denuncias presentadas –y antecedentes de agresión contra su propia esposa incluidas– mantiene el fuero.
¿Qué pueden esperar los colectivos, las mujeres y todas las víctimas de violencia con una declaración de intenciones como esta? Pues lo mismo que tras la destitución de Félix Salgado Macedonio como candidato a la gubernatura de Guerrero hace cuatro años por sus varias denuncias de abuso sexual: Nada.
Ni siquiera el discurso de “cabeza fría” al que comúnmente recurre la Presidenta Claudia Sheinbaum para analizar un caso tiene cabida esta vez. Fue contundente al decir “no vamos a proteger a nadie”, pero enfocó su sentencia al ex fiscal de Morelos y no al ex futbolista, por lo que hizo ver que en realidad no llegaron todas las mujeres como ella aseguraba cuando asumía el poder de la República. Las víctimas se quedaron solas.
Afortunadamente, y a diferencia de la novela de Víctor Hugo, no existe una “Corte de los milagros”, de ser así nuestro país estaría en una condición sin ley peor de la que vemos ahora; sin embargo, lo sucedido la semana pasada debe servir para tomar mejores decisiones sobre quiénes nos representarán en 2027. Por lo visto el partido oficial está dispuesto a pagar la factura, defendiendo una línea –a la que llaman política– donde lo grotesco y lo absurdo se fusionan como en una novela.