La tendencia en México es hacia la desintegración familiar. Sigue aumentando el número de madres solteras, por necesidad o por elección. La ausencia del padre marcará de forma irremediable la personalidad del hijo. Y las heridas que ello ocasiona, le impactarán en la autoestima, en la seguridad personal, en el sentido de la capacidad de logro y en las habilidades para defenderse. No importa cuanto se esfuerce una madre; Esas heridas se producirán invariablemente en los hijos. No importa que tan excelente madre sea; nunca podrá ser padre y madre a la vez. Eso es un concepto poético pero poco realista. Y culparse y atormentarse por haber elegido un pésimo padre, no aportará nada edificante a la familia. Dejarlo crecer impunemente haciendo lo que quiera por el sentido de culpa de la madre, lo convertirá en una amenaza social.
Asimismo, la madre transfiere a los hijos, la ternura y la sensibilidad. La capacidad para sentir dulzura. La naturaleza determina este tipo de funciones. Cuando la madre falta en la infancia, se generan también heridas.
Ante la ausencia de cualquiera de ellos, y al no existir una figura sustituta, el daño está hecho. Sus efectos se prolongarán al menos hasta la adolescencia. La intervención psicoterapéutica, es un proceso regenerativo de gran ayuda. No evita el dolor emocional del abandono, pero permite una mejoría adaptativa. Cuando el niño no recibe este apoyo, tendrá que esperar a crecer y decidir solicitar o no, ayuda terapéutica para su reconstrucción.
Pero, una infancia difícil y dolorosa, jamás será justificante para una conducta autocomplaciente y destructiva. Usar el pasado, para dañar, con la bandera del resentimiento en alto, no refleja un niño lastimado; sino un adolescente cínico o un adulto oportunista.
El abandono parental, el dolor o maltrato vivido en la infancia, justifican la conducta de un niño menor de 12 o 13 años. De ahí en adelante, el pensamiento desarrolla la capacidad de abstracción y análisis. Y existe el juicio para distinguir las acciones correctas de las acciones arbitrarias. El dolor del pasado, NO es nunca un salvoconducto para atropellar la dignidad humana de quienes nos rodean.