En el escenario de la psicoterapia es frecuente escuchar testimonios de frustración en los padres de familia, por los fuertes problemas de indisciplina de sus hijos… agravados por la actitud consentidora de los abuelos. Ante la necesidad de trabajar y pasar largas jornadas fuera de casa, uno o ambos padres se ven en la necesidad de dejar a los niños al cuidado de los abuelos, ya sea por comodidad y evitar el costo de la guardería, o porque consideran que estarán mejor cuidados y seguros.
Pero el costo de la comodidad suele ser alto porque las normas de disciplina que los padres intentan ejercer no siempre son compartidas ni avaladas por los abuelos. Algunos abuelos, muy pocos, suelen estar en sintonía con los padres de sus nietos y respaldan su autoridad: “tu mamá dijo que no tenías permiso de usar el celular y así será”.
Pero la enorme mayoría no están interesados en lo más mínimo en preocuparse en cimentar o aplicar reglas. Ni en estar batallando con la supervisión de las instrucciones que dejan los papás del niño.
Finalmente, esa etapa de su vida ya la dejaron atrás hace mucho tiempo y no tienen ninguna necesidad de educar y disciplinar a esos chicos.
Más allá de la protección y el cuidado por sentido común, los abuelos no son responsables de las normas de disciplina de sus nietos; bastante hacen ya con cuidarlos.
Su personalidad consentidora, de hecho, es un elemento fundamental en el desarrollo psicológico y emocional de los menores: la interacción con los abuelos se convertirá con el tiempo en uno de los recuerdos más dulces y valiosos en la vida de los niños. Su tarea familiar es ser cálidos y bonachones; no desgastarse en la disciplina de sus nietos. La responsabilidad de hablar con los hijos y establecer límites y consecuencias es estrictamente una tarea del rol parental.
Pero si los padres dedican muchas horas al trabajo, cuando regresan a casa suelen sentirse culpables y no reprenden a sus hijos, bajo el argumento de que los ven muy poco tiempo.
Se puede pedir colaboración con la disciplina a los abuelos, pero resulta absurdo e injusto pelearse con ellos y exigirles hacerse cargo de funciones que no les tocan.