Política

Romper la polarización

  • Columna de Frank Lozano
  • Romper la polarización
  • Frank Lozano

Durante años, los gobiernos han buscado la manera de reparar el tejido social, entendiendo que en ello radica la posibilidad de lograr una convivencia general más sana y un mejor entorno para el desarrollo de las comunidades y los individuos, en un contexto de diversidad.

Hoy, en México, el tejido social está siendo deshilado. Nuestras precarias herramientas de gestión del otro están siendo sustituidas por consignas simplonas y una dicotomía perversa: la de los unos contra los otros, sin mayor distingo que estar a favor o en contra del presidente López Obrador.

La destrucción es lenta, pero no por ello menos efectiva. El problema es que el gran promotor de esta destrucción es precisamente quien, por obligación constitucional, debería gobernar para todos y no solo para su parcela electoral.

Lo que empezó como una estrategia política de polarización se ha convertido en un ejercicio de anulación del otro. ¿Y quién es el otro? El que piensa distinto de mí. Esa anulación comienza en la palabra matutina: López es, todos los días, fuente de estigmatización de quien no piensa como él. La diferencia, que tendría que ser punto de encuentro democrático, se ha convertido en zona de pelea tribal.

Durante toda la semana pasada el presidente actuó casi exclusivamente como un vocero de partido, justificando la derrota de Morena en la ciudad de México con lo que llamó “guerra sucia” contra Félix Salgado Macedonio y “manipulación” de la tragedia de la línea 12 del Metro —y no porque sobre Salgado pesan graves acusaciones de violación y violencia sexual, o porque la línea 12 haya colapsado por una posible negligencia, en un obra en la que, se sospecha, hubo sobreprecio y corrupción—.

¿En qué momento López olvidó que es presidente de todos? Sus referencias despectivas hacia la clase media (esa que, en gran medida, sostiene la tributación nacional) van más allá de una mera descripción de un grupo social. Son invitaciones al choque de clases. Ya desde el 2004 había dado muestras de su desprecio hacia este grupo, cuando descalificó, con una larga serie de adjetivos y epítetos burlescos, la marcha por la paz que decenas de miles de ciudadanos realizaron en protesta por las condiciones de violencia e inseguridad en la Ciudad de México.

Lo que López promueve es el encono de los unos contra los otros. No solo romantiza la pobreza y la miseria —que, por cierto, en su gobierno se han incrementado escandalosamente—; ahora también, entre líneas, le echa gasolina al resentimiento social, le toca la herida al grupo en desigualdad, lo azuza. Eso es cruzar un límite ético.

Sabemos que el presidente no va a cambiar: lejos de hacerlo, va a profundizar su estrategia de polarización, sin importarle las consecuencias. Él se irá en tres años, pero el país seguirá. Lo que quede, bien podría ser una sociedad enemistada de raíz, confrontada, dividida. Si algo debemos hacer los mexicanos es romper el juego perverso de la falsa división de los buenos contra los malos. Necesitamos una cruzada contra la polarización y romper el discurso clasista, venga de donde venga.

En 2024 seguro habrá país, pero ¿qué tipo de sociedad seremos?

Frank Lozano


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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