La trampa contra el INE se tendió desde que se aprobó el mecanismo de consulta para la revocación del mandato presidencial. Con los días, semanas y meses, se ha ido exponiendo con claridad cuál es la ruta de Morena y del presidente, para debilitar al árbitro electoral y, de esa manera, poder apoderarse del control de otro órgano autónomo.
La estrategia para dañar la reputación del INE tiene varios frentes. Relacionarlo a los agravios que López siente que le fueron cometidos en los procesos electorales previos (2006 y 2012) de parte del entonces IFE. En segundo lugar, dañar la reputación de su titular y de los consejeros. En tercer lugar, imponiendo un capricho presidencial para llevar a cabo una consulta que no exigen los ciudadanos, sino que proviene de las ansiedades de un mandatario necesitado de aprobación y que usa cualquier cosa a su alcance para mantener al país en un clima de confrontación y campaña política.
Hoy la clase política de Morena le exige al INE el desarrollo de la consulta, pero no etiquetó recursos para que su desarrollo. El ego de López cuesta y cuesta mucho, casi cinco mil millones de pesos, justo la cifra que se le recortó al Instituto Nacional Electoral.
El recorte es el cierre de la pinza para que la trampa funcione. Al dejar sin dinero al Instituto, comienza la estrategia de comunicación: acusar al INE de boicot, de atentar contra la democracia, de ir en contra “del pueblo”, de conspirar contra la imagen del presidente, y, de, una vez más, intentar frenar a la eterna víctima Macuspana.
A Morena no les importan los datos, ni la realidad; no le importa que al momento de recabar firmas, los representantes de Morena hayan incluido difuntos, mascotas, datos y firmas falsas. Tampoco les importa el haber intentando meter el concepto de ratificación y no el de revocación tramposamente. No les importa que la iniciativa no provenga de ciudadanos libres, sino de su partido político. No les importa el galimatías de presumir la “alta aprobación” presidencial, para luego, “preguntarle a la gente” si quiere que el presidente continúe.
Todo es trampa, mentira y engaño. Detrás de todo esto, subyace la misma esencia y método con el que la presidencia de la república ha atacado instituciones, medios, poderes y organismos: debilitar, atacar reputación, acusar desde la mentira y luego tomar por asalto. Sea la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sean organismos como el de transparencia, el Inegi, el CIDE, la UNAM, los fideicomisos, todo se resume a control político que garantice la impunidad, el servilismo, la abyección y el poder acumulado en una sola persona. Se vienen tiempos muy oscuros para el árbitro electoral y para el país.
No hay margen para callar ante el nuevo atropello que se cocina desde el palacio nacional. La defensa del INE es vital para evitar que la degradación política y la erosión de la calidad democrática nacional sigan su curso. El desmedido delirio de poder de quienes hoy gobiernan debe ser frenado en seco, y en su lugar, solo debe quedar la anécdota de un grupo político que se empeñó en volvernos un país binario y dividido.
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