1. Una autoridad local le advierte a un sacerdote que está en peligro su albergue para migrantes. Le dice que los vecinos están presionando mucho, que ya no los soportan, que algunos de ellos cometen delitos, y que sus asesores están preparando un reglamento para que a cualquier migrante sospechoso se le remita a una instancia oficial de migración para deportarlo a su país de origen.
2. ¿Estamos hablando de una autoridad norteamericana, de alguna entidad como Michigan, Pennsylvania o Wisconsin, estados industriales que dieron su voto a Trump y que están a favor de su política antimigrantes? Contra lo que pudiera pensarse no es así y se trata, más bien, de una autoridad local –que, por cierto, presume ser muy católica–, a cargo de un municipio de nuestra zona conurbada.
3. Lo que ha hecho Trump en las últimas semanas tiene una clara explicación política. Ante acusaciones de obstrucción de la justicia, que lo podrían llevar a la cárcel, necesita forzosamente ganar las elecciones del año próximo, para mantener la inmunidad. Él sabe muy bien que su discurso antimigrantes será bien recibido por aquellos electores que en el 2016 le dieron la victoria sobre la Clinton.
4. Pero: ¿y nuestros vecinos? Su motivación es más sencilla: defenderse de lo que consideran una posible amenaza: a su patrimonio –los migrantes vienen a quitarnos los puestos de trabajo–, a su seguridad –muchos de ellos son delincuentes que vienen huyendo de la ley en sus países– o a su tranquilidad –se les ve rondando las casas vecinas a los albergues con actitud sospechosa–.
5. Más allá de que tales motivos para sentirnos amenazados sean reales o no, lo que me parece indudable es que las autoridades civiles están optando por el camino fácil: impedir la entrada de las caravanas, como sucede en la frontera sur –¿para agraciarnos con Trump y que no nos imponga los terribles aranceles?– o regresar a los que ya entraron, acusándolos de ser sospechosos de algún posible delito.
6. ¿Por qué las autoridades no se esfuerzan por implementar operativos de vigilancia en las zonas aledañas a los albergues? En rigor, estos refugios, capitaneados por sacerdotes, pero sostenidos por cientos de voluntarios, están haciendo una tarea que le corresponde al gobierno. Ojalá y nuestras autoridades escuchen lo dicho por el papa Francisco: acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes.
7. Cierre ciclónico. El pasado miércoles se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, declaró por tal motivo: “Necesitamos una economía verde, no una economía gris”. Ojalá y nuestras autoridades estatales definan, cuanto antes, algún programa para acabar con la contaminación. Porque si llegamos a diciembre sin él, olvidémonos, ya solo pensarán en el 2021.
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