He tenido la oportunidad de atestiguar en lo que puede convertirse la vida de un largo matrimonio.
Actualmente mis padres viven el año 62 de su unión.
Mi madre ya no tiene plena conciencia y en los ratos que está conviviendo con nosotros veo cómo se le ilumina la cara a mi padre porque frente a él se encuentra su esposa, esa quien por mucho tiempo sostuvo largas conversaciones.
Me doy cuenta, entonces, que para que dure una relación es imprescindible poder comunicarse, primordialmente.
El romanticismo con el que se envuelven las relaciones de pareja resulta ser pasajero cuando se trasciende la etapa de la formación de la familia. Innegablemente se requiere la pasión, la atracción y esa chispa para lograr que dos gametos se unan y llegue una nueva vida.
Sin embargo, para que la relación perdure en el tiempo es más importante la comunicación profunda y plena.
Tal vez por eso es que hoy vemos tantas malas elecciones que terminan en separación, haya o no hijos, que son los que peor pagan, aunque sea un divorcio “civilizado”: una familia partida.
Comunicarse adecuadamente es fundamental porque después de la pasión queda el par, lo que son y en lo que se han convertido. Incluso en el divorcio la comunicación es crucial.
Sin duda, el matrimonio es una forma de vivir cada vez menos usada. Ahora cuesta más renunciar a la individualidad para consagrarse en un nosotros, como base fúndante de la sociedad.
Se requiere mucha valentía y sabiduría no solo para transitarlo sino para prepararse en la despedida de la persona con la que se pasó la mayor parte de vida.
60 años después, cada día se aproxima más el momento.
Es duro darse cuenta que tu esposa se fue sin decir adiós, pero aquí sigue, sabiendo quién es ella, aunque ella siempre pregunte quién eres tú.
Esa despedida comenzó hace tiempo y no sabemos cuándo se concretará, pero ver sonreír a mi papá cada que ella le responde como solía hacerlo, me llena el alma porque sé lo que para él significa: ella sigue aquí con él.
No sé qué va a ser más duro, si estas ausencias actuales o la definitiva.
Flor.Vargas@iberotorreon.mx
