La deuda, la terrible deuda, sigue dando de qué hablar y mucho, aparte de los destrozos económicos y sociales que sigue y seguirá causando “per secula seculórum”, o sea, “Para siempre, por los siglos de los siglos” pues sin duda llegó para quedarse, pues vemos que cuando ya sean pagado cerca de veinte mil millones de pesos solo de intereses, no baja, sino sube.
Comento esto pues vemos como se desgarran las vestiduras, tratando de decir que si somos un Estado con Energía, que si es una nueva forma de gobernar, que ya le dimos la vuelta a los problemas económicos, que si el Gobernador se lleva muy bien con el Presidente, en fin muchas cosas, pero la deuda, siempre aparece como el gran fantasma que opaca TODO, el aguafiestas.
Llevamos dos terceras partes del actual sexenio y vemos como la intolerancia aparece cuando se les cuestiona, gastan fortunas en comunicación social, traen asesores expertos, para que les digan como lidiar con el tema y nada, quieren presumirnos algunos logros, que aunque no son muchos, los hay, y se les empaña el vidrio.
Recuerdo en los noventas, cuando el entonces candidato demócrata, Bill Clinton, acribilló a su rival, con la frase, “It´s the economy, Stupid” o sea, “Es la economía, Estúpido”, sugiriendo que por más vueltas y temas que quisiera poner en la mesa el candidato contrario para desviar la atención, todo se regresaba a la economía.
Pues aquí pasa exactamente lo mismo, es tan grande el tema, que no se va.Yo sé que son hermanos y seguramente no quiere incriminarlo, pero si realmente quiere sacar el sexenio y salir triunfante ante la sociedad libre, la que lo cuestiona, tendrá que investigar y sacar a la luz a los responsables, aunque le toque su sangre, pues no hay duda, de que hasta ahí topará.
Es muy fácil dirigirse a audiencias compradas, donde siempre recibirán aplausos, pero nunca espontáneos, y eso, lo saben bien, pues no sabrán gobernar, pero son estrategas electorales y eso de comprar votos, simpatías y aplausos es lo suyo.
Aunque una vez en el poder, se les olvida y creen que los elogios son de verdad, por eso la intolerancia.Un estadista, escucha, no se enoja, atiende, no se cierra, analiza la crítica, no la combate.
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