Política

La amenaza del populismo

El país y el mundo viven una nueva realidad. La sociedad ha cambiado de manera profunda, ha ocurrido de manera gradual y discreta. Los ciudadanos de ahora, en muchos sentidos son distintos a los de ayer. Han perdido el miedo al cambio porque ellos son los principales protagonistas. La exigencia al gobierno coincide con el agotamiento de un modelo de representación política que dice muy poco a las personas. La indignación crece, especialmente en las clases medias. Las pifias reales o aparentes del gobernante son severamente sancionadas en lo cotidiano y en el ciberespacio ampliamente frecuentado.

En la parte más calificada de la sociedad, la que impulsa los cambios y crea el consenso es donde el descontento es mayor. Esto puede ser bueno, pero debe preocupar que el deseo de mejorar no se acompañe del aprecio con lo mucho positivo que existe. No todo está podrido, de hecho es mucho lo que hay por preservar. El problema de un estado de ánimo de indignación es que generaliza y da fuerza a la propuesta populista de rechazar todo como medio para alcanzar el poder.

El problema del populismo es su rechazo al régimen democrático y de libertades. La tolerancia y la inclusión, valores propios de la democracia, son repudiados y en su lugar pretenden construir un consenso autoritario y excluyente. En los países poderosos se invoca la superioridad de raza, en otros, como México es la ideología más o menos elaborada, pero siempre con una tesis autoritaria: el rechazo al otro.

La democracia ha cobrado fuerza, pero no es inmune, menos en un país como México. En EU, el presidente Trump ha tenido que enfrentar no solo el rechazo de la clase política y de su propio partido en el Congreso, en la sociedad crece el repudio y se va disolviendo el apoyo que obtuvo para ganar la candidatura y después la presidencia. Está en los números más bajos de acuerdo o aprobación. El sistema de representación con elecciones de congresistas cada dos años ha obligado al Partido Republicano a frenar los impulsos autoritarios del presidente. Es una experiencia ilustrativa y hasta hoy exitosa, aunque todavía falta por ver.

En México, la situación de la democracia en su capacidad de controlar al gobierno no tiene la misma fuerza o eficacia. En buena parte la explicación está en el sistema de partidos. PRI, PAN y PRD se han cerrado a la sociedad y no han sabido hacer valer los valores y principios del sistema democrático porque ellos mismos, en su vida interna y actuación, los contradicen. No es casual que las candidaturas independientes cobren fuerza. Tampoco que López Obrador y su organización ganen ascendiente en la población.

Es un error asumir que la cuestión es de personas en sus virtudes y defectos. Enrique Peña Nieto, López Obrador, Ricardo Anaya, Margarita Zavala, Los Chuchos, etcétera. Lo que hay que entender son los procesos políticos que los cobijan y que permiten entender en su dimensión lo que ocurre y los riesgos propios de la lucha por el poder.

La deliberación propia de la democracia y el voto son medios imperfectos para la construcción de buen gobierno, también lo son para contener el abuso y la deficiencia en el ejercicio del cargo público. Sin embargo, son fundamentales, indispensables en sus resultados finales. La cuestión en la democracia es que todo factor de poder debe ser sujeto a crítica y observación. Los mismos medios y la oposición deben ser objeto también de valoración pública y debate.

El opositor también debe ser objeto de crítica y desde ahora hacerles asumir los principios y valores del sistema democrático. Morena y su líder se encuentran en una encrucijada que deben resolver con claridad: están a favor de la democracia con todo lo que implica, como es el apego a principios y cuidado de las instituciones republicanas o si se aprovecha su descrédito para hacer capital político. Generalizar facilita el argumento, pero abre un riesgo mayor. Hay un aspecto concreto que desde ahora debe hacerse valer y ser parte de una exigencia pública a todos: el respeto al resultado electoral aun si no favorece.

En EU, Trump candidato hizo del fraude electoral argumento. Se reservó el comprometerse a reconocer el resultado si no le era favorable. No debe sorprender. No solo fue una manera de imponer presión al sistema electoral, es propio de una conducta intolerante y autoritaria.

No es poco lo que se juega en 2018. Es necesario desde ahora hacer valer lo irreductible y lo innegociable: libertades, tolerancia y el respeto al que disiente o critica.

fberruetop@gmail.com

Twitter: @berrueto

Google news logo
Síguenos en
Federico Berrueto
  • Federico Berrueto
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.