Política

Leopoldo López el golpista de 2002

¿Qué desaforado amor a la democracia llevó a Leopoldo López, junto con el doctor en economía Pedro Carmona, a intentar el golpe de estado en 2002, después de dos ejercicios seguidos de revocación de mandato en el que salieron rotundamente derrotados por el aplastante apoyo electoral al entonces presidente Hugo Chávez?

Esta cansada columna tiene los pelitos de la burra en la mano. Los conocemos. Pedro Carmona fue nuestro jefe directo en el Sistema Económico Latinoamericano, SELA, con sede central en Caracas, de 1977 a 1981.

Incluso llegamos a ser invitados en su avioncito, que él piloteaba, algún domingo a pasar el día en una islita cercana a la costa caribeña. Por qué se dejó enrolar Pedro en esa aventura suicida, con la cual fue presidente espurio durante día y medio, hasta que el pueblo venezolano salió masivamente a las calles, sigue siendo un misterio para este joven escribidor.

Pero Leopoldo López es simplemente un canalla traidor a su patria. Golpista amnistiado por Hugo Chávez, ahora declarado “preso político” por todos los grandes medios de comunicación, y casi líder moral de la democracia, privilegiado con el arresto domiciliario, que no se merece.

Esta es sólo una aportación parcial. Para completar, en lo posible, una visión de lo que actualmente está sucediendo en Venezuela, puede resultar conveniente considerar dos elementos más: 1) el resultado del referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004 por el que Hugo Chávez resulta ratificado por el 58 por ciento de los electores (y los resultados confirmados por el expresidente Jimmy Carter); y 2) el informe de las Naciones Unidas de 2016 sobre la evolución del índice de desarrollo humano de Venezuela.

En reciente artículo del 28 de julio, Boaventura de Sousa Santos cita el informe de la ONU 2016: “De 1990 a 2015, el índice de desarrollo humano, IDH de Venezuela aumentó de 0.634 a 0.767, un aumento de 20 por ciento. Entre 1990 y 2015 la esperanza de vida al nacer aumentó 4.6 años; el periodo medio de escolaridad ascendió a 4.8 años y los años de escolaridad media general aumentaron 3.8 años”. Venezuela tiene 220 médicos por cada 100 mil habitantes; México tiene 130; Cuba 590; Estados Unidos 276; Alemania 354.

Quizá conviene añadir que en febrero 2003 la Revolución Bolivariana entregó 120 mil hectáreas a 2,400 familias campesinas sin tierra.

Lo que está ocurriendo ahora en Venezuela es una larga cadena de intentos desde que el poder nacional retomó el control de PDVSA, Petróleos de Venezuela.

El 15 de agosto de 2004, el referendo revocatorio (mecanismo constitucional incorporado por el propio Hugo Chávez en la Constitución de 1999) llevado a cabo a instancias de los mismos de hace 20 años, registró los siguientes datos: votaron 8,502, 114 venezolanos, o sea el 60.6 por ciento del censo electoral; de ellos, 4’917,279 votaron a favor de la ratificación de Chávez: el 57.83 por ciento; y en contra el 42.16 por ciento.

Los resultados fueron confirmados por el secretario general de la OEA, César Gaviria, y por el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter. Ambos declararon: “Luego de un análisis de nuestras fuentes, estamos en condiciones de señalar que nuestra información coincide con los resultados parciales del Consejo Nacional Electoral”.

Ahora tenemos que cambiar de país para hablar de México. Es inaceptable para los ciudadanos mexicanos el tratamiento que el Ejecutivo Federal le ha dado, y le está dando a la relación con Venezuela en esta coyuntura. Tenemos normas que cumplir. Tenemos principios. Están expresamente establecidos en el artículo 89 fracción X del Pacto Federal, relativo a las atribuciones del Ejecutivo Federal.

Dice: “En la conducción de la política exterior, el titular del Poder Ejecutivo observará los siguientes principales normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no intervención; la solución pacífica de controversias; la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad jurídica de los Estados; la cooperación internacional para el desarrollo; y la lucha por la paz y la seguridad internacionales”.

Imaginen, por favor, los lectores qué diría hoy don Alfonso García Robles, premio Nobel, o don Jorge Castañeda (de la Rosa), o don Alfonso de Rosenzweig –Díaz, o aun don Matías Romero, de la soberana participación del presidente Enrique Peña Nieto en el diferendo. Qué dirían hoy Venustiano Carranza o Lázaro Cárdenas. Estamos llegando a la abyección.

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Esteban Garaiz
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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