El propósito central de esta veterana columna, desde que el escribidor fue invitado en 2006 a publicar cada martes en el periódico, ha sido el de rebatir mentiras: mentiras sociales, con la intencionalidad de pervertir y desviar la voluntad ciudadana.
Hoy tenemos a la vista una mentira repetitiva y renovada. Resulta que ya anda rondando por ahí un documental sobre el “populismo en América”. Según menciona el directamente aludido, el documental ha costado 100 millones de pesos y ha sido financiado por Claudio X. González, Roberto Hernández y Carlos Salinas de Gortari.
Recordarán los lectores (porque no hay nada nuevo bajo el sol) la gran campaña ilegal que desde el Consejo Coordinador Empresarial se llevó a cabo en 2006, difundida contra toda la normativa electoral y contando con la actitud gravemente omisa de la autoridad electoral: con la cantinela aquella del “peligro para México”, que se incrustó en muchas mentes débiles de ciudadanas y ciudadanos de buena fe y desinformados.
Otra vez la mula al trigo. Otra vez la cantinela de hace 12 o 6 años: el “peligro para México” (será el de los que dilapidan el crudo en el gasto corriente, el de los que han llevado la deuda pública a 2 billones, o sea: 2 millones de millones de pesos; el de los que matan de hambre a los trabajadores con sueldazos de 80 pesos diarios; el de los que cierran 55 mil escuelitas, las de los niños más apartados; el México de los 107 mil homicidios intencionales).
Ahora, 2018, la “actualización” es el populismo. Populismo, además, que tiene curiosos puntos de referencia, para nada mencionados por el aludido: Argentina, Brasil, Venezuela, Cuba.
Ni una mención en el citado promocional, por ejemplo, al caso de Noruega: país petrolero, como México, con una eficaz empresa pública, propiedad de la Nación noruega, que paga impuestos como todas, pero cuyo producto extraído, el crudo propiedad de la Nación, nunca se gasta incluyéndolo en el presupuesto nacional (como torpemente lo hace en México la Secretaría de Hacienda, con la Ley de Ingresos elaborada por José Antonio Meade y aprobada por Ricardo Anaya y sus compas), sino que se deposita en el Fondo para las futuras generaciones.
En Noruega los grandes consorcios empresariales sí pagan impuestos y en mayor proporción, según el criterio de Naciones Unidas de los impuestos progresivos. Aquí no les cobran a los grandes y llenan el boquete malvendiendo el crudo patrimonial.
En Noruega el Fondo Nacional para las futuras generacional llegó hace poco a un millón de millones de dólares. Ese es el “populismo” que queremos para México (allí le llaman socialdemocracia).
Es muy llamativo: nunca el candidato aludido ha tomado como referencia, ni para bien ni para mal, a los países hermanos de América mencionados en el citado promocional.
La única referencia escrita a una experiencia de política económica de otro país de América en los más de 10 libros del candidato, Andrés Manuel López Obrador, es la referente al New Deal del presidente de los Estados Unidos de América, Franklin D. Roosevelt, en 1933, a partir de la Gran Depresión en que cayó la economía norteamericana como consecuencia de la desenfrenada actuación del capitalismo por lo que hoy llamamos precisamente políticas neoliberales.
López Obrador lo describe con gran claridad en su librito La Gran Tentación (Grijalbo, 2018, pp. 58-59). Ya en varias ocasiones en este espacio lo hemos mencionado.
Dice el autor, a propósito de la Expropiación Petrolera por el presidente Lázaro Cárdenas en 1938: “debe señalarse que en ese tiempo gobernaba en Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, un gran estadista y uno de los mejores presidentes que ha tenido ese país en toda su historia”.
“Los preceptos básicos de su política fueron entre otros: construir obras públicas para reanimar el empleo; subsidiar los precios agrícolas para frenar la ruina de los granjeros; unificar y desarrollar las políticas asistenciales para reducir la pobreza; controlar los servicios y los transportes públicos para moderar sus precios; someter las instituciones financieras a un riguroso control público; y reglamentar las relaciones entre capital y trabajo, para estimular la producción industrial y mejorar, al mismo tiempo, las condiciones de vida de los trabajadores. Con este programa o Nuevo Pacto (New Deal) frenó los efectos más nocivos de la crisis y, más que nada, generó la esperanza en su pueblo”.
Roosevelt salvó el capitalismo norteamericano de sus propias perversiones suicidas: las de su mafia del poder. Los oligarcas estadounidenses de hoy no quieren que se recuerde ese episodio de su historia nacional.
Los electores mexicanos debemos tener muy claro que lo que está proponiendo Andrés Manuel es algo muy parecido al New Deal.
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