De Charles Dickens, Jane Austen, William Shakespeare, Virginia Woolf, Oscar Wilde y Agatha Christie hasta John Fowles (1926-2005) hay, además de la patria, literatura en común. ¿Quién fue él? Su primer titulo El coleccionista le permitiría dedicarse a la escritura como propósito.
Después publicaría El mago, que dirigió cinematográficamente Guy Green sin éxito alguno, y La mujer del teniente francés, hecha película por Karel Reisz y nominada al Oscar con guión de Harold Pinter, premio Nobel de Literatura. Esto le supondría una gran popularidad, sin embargo Fowles solo adquirió una discreta fama.
Sus obras son de culto en lugares como Estados Unidos e Inglaterra. La colección de ficción titulada Aristos, donde aborda temas filosóficos, le mereció ser líder del posmodernismo británico. El árbol (Editorial Impedimenta) fue de sus últimos libros, una especie de Walden que W.S. Merwin llevó consigo durante años.
Más allá de gustar, Fowles utilizó una prosa clásica cuya trama reflexiona a favor de la naturaleza, negando cualquier “producción de lo cuantificable” y se ocupa de aquello que no puede definirse sino en estima.
El origen de todo está en la tierra que el hombre olvida para cimentarse sobre asfalto. Fowles decide aferrarse a la belleza de bosques centenarios que llevan hacia las fuentes de la creación. Así “revela claves de la escritura” y extrae un corolario espiritual recorriendo espacios bucólicos que frecuentó durante su vida.
@erandicerbon
