“Si la gente pregunta, díganles
que es una comedia…acerca de los
45 millones sin salud pública en el
país más rico de la tierra”
Michael Moore
Cuando Michael Moore, el célebre cineasta de Bowling for Columbine, Farenheit 9/11 y Roger and me, presentó en la alfombra de Cannes Sicko (2007), arremetía un nuevo golpe al establishment, exponiendo lo terrible y fallido que es el actual sistema de salud de la “nación más poderosa del Mundo”.
La inspiración para este capítulo en la historia reciente de los documentales provino nada más y nada menos que de una sola idea: a través de su propia página web, el cineasta realizó una convocatoria abierta para recibir por este medio las más espeluznantes “historias de horror sobre la salud pública”.
La respuesta no se hizo esperar y todos aquellos que han (sobre)vivido las peores experiencias en este ámbito no tardaron en enviar su propia historia como lección de moralidad y en busca de sentar un precedente.
En el filme, Moore traslada a la tristemente célebre Guantánamo a un grupo de personas enfermas por haber participado en las operaciones de rescate del 11 de septiembre para que reciban el mismo tratamiento que los prisioneros confinados. Ante la negativa de las autoridades norteamericanas, el grupo solicita ayuda al Sistema de Salud Pública Cubano que les proporciona gratuitamente la asistencia que se les niega en su propio país.
Si en un momento dado Sicko se propuso hacer que el pueblo estadounidense demandara cambios políticos que les acerquen a la salud universal gratuita que gozan otros países mostrados en la cinta, (Inglaterra, Francia, Cuba y Canadá), pareciera que el cambio se encuentra estancado: con campañas y elecciones a la vista se esperan conflictos dentro de las filas demócratas en torno de las severas restricciones al dinero federal para el subsidio de abortos y la decisión del Senado de retirar una “opción pública” con respaldo del gobierno para competir con aseguradoras privadas, dejando a los ciudadanos en manos de compañías de seguros arbitrarias que siguen haciendo un negocio multimillonario con la enfermedad y el dolor de muchos.
Aun cuando como candidato el actual presidente prometió “acceso universal”, el sistema de salud no cuenta con eso y es uno de los más caros e ineficientes del mundo.
De aquí que, en materia de Salud Pública—sin duda uno de los más pa-tentes fracasos de Obama y su administración—no solo están en juego los más de 45 millones sin salud pública, sino los cientos de millones de norteamericanos que aún contando con ella, solo tienen garantizada desatención, incertidumbre o muerte.
enrique.sada@hotmail.com