Contrario a lo que algunos sinceramente creen y otros fingen creer solo por estar del lado de la oposición, en México no se vive un proceso de destrucción del Poder Judicial de la Federación (PJF), en el que maliciosamente, por medio del voto directo de los ciudadanos, se pretende sustituir alrededor de mil 600 juzgadores, entre jueces, magistrados y ministros de la Corte, por licenciados en derecho morenistas.
No, no es así, de lo que se trata más bien es transformar la pesada carga de elementos simbólicos del modelo de juez vertical y autómata, que a través del constitucionalismo mexicano se ha transportado al México de hoy desde la época de la Colonia, por un modelo de juez humanamente liviano, dialógicamente horizontal y certero en sus resoluciones.
El juez vertical y autómata, bautizado por François Ost como modelo de juez jupiterino, en alusión al dios Júpiter de la mitología romana, por sentirse tocado por la divinidad solo puede percibir el mundo desde su torre de cristal; por lo que si en cada una de las partes del proceso se ajusta a las leyes de la inferencia válida de la lógica formal, aunque las formas lógicas no coincidan con la realidad, no se inmuta ante conmociones sociales que sus fallos pueden generar.
Ahora bien, es verdad que la reforma al PJF no define el modelo de juez idóneo para la realización de la justicia; tampoco contiene directrices constitucionales que apuntalen la sustitución del bicentenario modelo de juez jupiterino que tenemos por el modelo de juez Hermes, al que me referí en la anterior colaboración; ni mucho menos los reformadores tienen idea de cómo formar a dicho juez.
Pero hay algo que quisiera aclarar: no todo lo relacionado al sistema de justicia se define en el ámbito de la política. Esto significa que para transformar el PJF se necesita una nueva cultura jurídica y una renovación del saber jurídico; y eso es responsabilidad de la academia.
Así que si las escuelas de derecho no suministran un nuevo perfil de profesional del derecho, no es mucho lo que se puede cambiar en el sistema de justicia. Pero no hay que ceder, Roma no se hizo en un día.