El reto principal de los partidos de oposición al gobierno federal es preservar los estados en juego que aún conservan y que no ocurra lo del 6 de junio pasado, cuando cayeron en la mayoría de las entidades.
El coqueteo político entre dirigencias de PRI, PAN y PRD, no solo es innecesario sino que permite a Morena reagruparse y observar los movimientos a detalle; es decir, es por todos sabido que competirán en coalición para 2022, 2023 y 2024, por lo que deben formalizar una alianza amplia, con fundamentos más sólidos y dejarse banalidades ideológicas como “los documentos del partido”.
Lo comento porque a nivel estatal, en Hidalgo, las dirigencias siguen sin sentarse de manera oficial para hablar de la alianza; si bien se han reunido en privado, mantienen cierto nivel de comunicación, y envían a sus respectivos interlocutores, es hora que no hay nada sobre la mesa y están a la espera de indicaciones y una buena negociación. Pareciera que no ven que el tsunami no se ha detenido y que mientras ven que posibilidades tienen y quien lleva más agua a su molino, la alianza morenista no tiene empacho en seguir obteniendo dividendos de sus adversarios con la inclusión de personajes, nuevos militantes y prometiendo el cielo, el sol y las estrellas.
En Hidalgo el dirigente del PRI, Julio Valera Piedras ya declaró que están listos para iniciar los trabajos, incluso el tricolor ya los comenzó; falta ver que dice el PAN que está perdido en sus luchas internas y su elección a dirigente mujer. Y el PRD, que si bien es el más debilitado, también representa una fuerza importante con activos en varios municipios. Inicia octubre, un mes decisivo para la conformación de la alianza Va por Hidalgo en 2022, donde se deberá definir quién apoyará a quién y cómo será este apoyo; qué candidatos quieren y qué método para su selección deberán tener.
Eduardo González
Twitter: @laloflu
