Este fin de semana tuve la oportunidad de darme un par de vueltas por la Feria Universitaria del Libro de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, en esta su edición número 28, y resultó una grata y feliz experiencia.
Es el segundo año consecutivo que acudo con altas expectativas y no he salido defraudado; más allá de lo que signifique el ir a un evento de tintes meramente comerciales para las casas editoriales, el ambiente entre asistentes y programa del propio evento fueron un respiro necesario a la cotidianidad cultural y académica de Hidalgo.
Me queda claro que al organizar y promover una actividad como la FUL, se persigue el principal propósito del intercambio empresarial entre editoriales, así como los acuerdos que se pueden lograr con alianzas comerciales y sobre todo, con la venta y exposición de productos que no solo son libros, sino que van desde juguetes tradicionales, artesanías, hasta material didáctico, música y ropa, como en un gran bazar.
Desde la entrada, se percibió un ambiente de literatura pero sin caer en el extremo del perfil estudioso y aburrido; todo lo contrario, se ha hecho una promoción de la lectura desde las diferentes áreas y esferas de los gobiernos del estado, municipios y la federación, que arrojan resultados como el de la FUL. Presentaciones editoriales repletas, charlas y talleres con buena asistencia, conciertos abarrotados y una buena cantidad de nuevos y asiduos lectores hidalguenses.
Si la apuesta gubernamental a nivel nacional recae en la educación y su mejora, no hay mejor reforma que la lectura. Quien aprecia en sus manos un buen libro, más que cualquier otra cosa, es un ser que renace en los valores que dieron origen a las grandes civilizaciones: el hambre de conocimiento, de saber, de explorar y conocer.
Por segundo año consecutivo pude asistir al pabellón infantil durante algunas exposiciones y me congratulé de ver el aumento en material editorial para infantes; no solo fue el juego y la interacción; hubo venta exclusiva de libros para niños, no solo de cuentos y fantasía, sino de verdadera literatura para menores. Como detalle curioso, llevé la Metamorfosis de Kafka para niños. Una serie de ilustraciones del extraño insecto que se apoderó de Gregorio Samsa, sí, con dibujos muy bien adaptados a una letra grande que además de apoyo didáctico, sirve para entender la analogía del ser y los estados de ánimo como nos dio a entender el abogado de Bohemia.
Como ese, muchos pasaje buenos fueron contados por los cientos de asistentes, presentadores, artistas e invitados especiales como los que se dieron cita este año a la FUL que culmina este domingo; un evento que debe ser replicado más seguido y a mayor escala en cada ocasión para el beneficio de los habitantes de la capital de Hidalgo, su zona metropolitana y visitantes de todas partes que se dan cita.
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