La noticia de que la Guardia Nacional podría pasar a ser administrada por la Defensa Nacional, es decir, la policía civil o la antigua Policía Federal con su Gendarmería bajo una doctrina militar, puso de nervios a todas y todos en México.
Si bien no se trata de una “militarización” como tal, sí abre la puerta a que, en un futuro, con toda la estructura y andamiaje legal de su lado, las fuerzas castrenses podrían decidir en cualquier momento tomar el control del país, aludiendo ingobernabilidad, insurrección, terrorismo o cualquier pretexto.
No se trata de estigmatizar al Ejército o ponerlos como los malos del cuento, pero hay que decir las cosas como son: una fuerza de seguridad militar es creada con un único fin que es la defensa de la nación, no la seguridad pública de los estados, la persecución de los delincuentes en las calles, la revisión de autos en las carreteras, incluso el manejo de los aeropuertos y las costas.
La historia nos ha mostrado que un exceso de confianza con la milicia siempre se acerca más a una dictadura que a una democracia. Eso es algo real, no es un intento de boicot, ni es una lucha de oposición política, es un suceso que puede marcar el inicio del control militar mexicano.
El país nunca ha tenido realmente una dictadura militar como las que ocurrieron en Brasil, Argentina o Chile; se han padecido dictaduras sexenales políticas como las del PRI y el PAN, que han dejado a su paso una estela de muerte y corrupción.
Ahora, una fuerza superior sería la del sometimiento total a una guardia que termine en gobierno militarizado.
Twitter: @laloflu
