Lo ocurrido en la planta cementera de Cruz Azul en Tula de Allende no puede calificado de otra manera, más que de una tragedia.
Ya sea por un pleito laboral o por dinero, entre grupos de poder o sindicales, el resultado fatal de ocho personas sin vida por el control de las instalaciones en Ciudad Cooperativa es un capítulo negro en la historia de una de las empresas insignia de la historia del país, que representaron en su momento la lucha social y de los derechos laborales.
El cooperativismo termina bañado en sangre con los hechos del miércoles 27 de abril de 2022, y no hay justificación alguna para poder reparar el daño.
¿Quién responderá por los actos al interior, por los fallecidos, por el luto en la comunidad de dicha región en Hidalgo?
Recuerdo haber conocido la famosa ciudad de Cruz Azul hace más de una década y como la mayoría de los que llegan a visitarla por primera ocasión, es impresionante.
Su orden, limpieza en las calles, caminos pavimentados, viviendas dignas para sus trabajadores, un estadio de futbol, un centro deportivo, centro comercial, todo un caso de éxito del modelo económico socialista de los trabajadores de mitad del siglo pasado.
Todo lo bueno que representa el escudo cementero, queda mal ante la situación actual de la política laboral de un gobierno que se supone debería estar del lado de los trabajadores y no de las cúpulas sindicales.
No es nuevo el problema, y por ende, se tuvo que haber conciliado desde hace al menos unos cinco o diez años. Hay cerca de 30 expedientes por diversos hechos a lo largo del tiempo, y ninguno ha sido judicializado, tampoco hay responsables de la crisis al interior, y al parecer no lo habrá por lo ocurrido en Tula la madrugada de ayer.
Eduardo González
Twitter: @laloflu
