Nos acercamos al día en el que tenemos que ir a las urnas para tomar la decisión de quienes queremos que nos representen en los diversos puestos de elección.
Ante ello se nos ofrece un atractivo discurso en el que se presume la labor del INE y de los organismos locales, quienes han realizado sesiones maratónicas, evaluación de perfiles, y más, a cambio de que creamos que todo esto es por y para los ciudadanos.
Es decir, la organización electoral en México debe ser ajena a los partidos y sus candidatos, a sus colocados en puestos de los organismos e incluso, del propio INE a nivel central.
Solamente así, con dichos candados, podrá la gente creer que hay opciones para un resultado en el que no se sientan defraudados.
Por lo anterior, en Hidalgo y en otras entidades, se tiene que apostar por la gente apartidista para poder organizar completamente votaciones sin que se diga que hubo algún problema con los porcentajes de votación.
En el caso del proceso hidalguense, se debe analizar que no puede ser completamente ciudadano ya que hay personajes de la política que no han dejado que eso suceda, sin embargo, ya es poco probable que alguien pueda interferir en la participación y sus resultados.
Las del 2 de junio de 2024 tampoco serán unas elecciones modelo en donde todos podrán presumir que participaron sin saldo negativo.
Todo lo contrario, parece que hoy la organización electoral ya recayó en quienes no tienen nada o llevan muy poco de ciudadanos en su actuar.
Me refiero a que pareciera que al ciudadano solamente se le utiliza cuando hay procesos de votación, y su función es la de contar los votos.
Y al final, el resultado siempre termina siendo político, de uso mediático y de beneficio para uno de los contendientes y no para ejemplificar que el ciudadano es quien lleva la mano en todo esto. Esperemos que ahora sea un poco diferente.