Pasada la amarga experiencia provocada por unos cuantos violentos, ignorantes de los objetivos deportivos y sociales que tiene un club de futbol, el panorama para que tenga continuidad este deporte en el estadio Tamaulipas es verdaderamente incierto.
Hoy no se sabe si los planes prometidos para traer un equipo de la liga de ascenso se mantienen puesto que también están sujetos a lo que determine la Federación Mexicana de Futbol tras la protesta oficial por una de las universidades con mayor prestigio, la del Estado de México, para que se actúe en contra de la directiva de la Jaiba y sobretodo que mediante una desafiliación no avale más este deporte a nivel profesional.
Es de destacar los contrastes de opinión que provocó el equipo a lo largo de prácticamente dos torneos en los que el aficionado de familias enteras llenó cada 15 días las tribunas del quincuagenario Tamaulipas y la atención que a ello le brindaron medios nacionales e internacionales. Estábamos ante un fenómeno social provocado por el deporte y no una simple moda como muchos pretendieron calificar que 20 mil almas se reunieran a convivir entorno a un equipo de mediana calidad, pero eso sí, con un gran corazón.
Con el comportamiento de no más de 50 individuos, se calificó en forma general y de paso injusta a una afición sensata, inteligente, que en horas pasó de ser la mejor a la más indeseable, lo que definitivamente no resulta ni justo ni congruente.
Permanecer en silencio no da argumentos a la afición para que crean en un proyecto serio que fue prometido justo al comienzo de la liguilla, como si de la generalidad fuera la culpa de esas brutales agresiones que física y sicológicamente propinaron esos desadaptados, que ni siquiera pisaron la cárcel por cierto.
No sería extraño, ni la primera vez tampoco, que detrás de todo lo sucedido se encuentre un nuevo plan para engañar a la afición de esta región y que se olviden de lo prometido.
Está visto que mientras no haya intereses locales por impulsar el deporte, la cara nos la seguirán viendo quiénes por moda vienen y se van, con más pena que gloria. Ojalá me equivoque.
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Hasta la próxima.
