Que el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, mantiene en suspenso definir qué va a pasar con la coalición con el PRI, pues aunque insiste en una alianza sin Alejandro Moreno, sabe bien que legalmente es imposible porque se requiere el aval del líder del partido, en momentos en que Alito mantiene su línea discursiva de que el tricolor es un partido serio, que no votará en contra de los intereses de las autoridades electorales, y llamando a su par panista a “dejarse de niñerías y tener altura de miras”.
Que mientras tanto, en el INE esta vez ni se molestaron en responder de forma directa al presidente Andrés Manuel López Obrador, que incluyó a Lorenzo Córdova como presidenciable de la oposición, pues la ley dice que los consejeros no pueden aspirar a cargos públicos dos años después de concluir su gestión, que en este caso vence en abril de 2023, apenas cinco meses antes de que arranque el proceso electoral por la Presidencia. Lo que no dejaron pasar por alto es que el instituto subió 20 puntos de confianza ciudadana en la última década, lo que su presidente destacó como una realidad necesaria, “le pese a quien le pese, frente al acoso, las estupideces y las supercherías”.
Que con la divisa de que “santo que no es visto no es adorado” el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, ironizó sobre su presencia en Sinaloa, adonde acudió para promover la aprobación estatal de la reforma que deja a las fuerzas armadas en labores de seguridad pública hasta 2028, y aprovechó para deslindarse de las pintas que rezan “Que siga López, estamos A gusto”, pues dijo que no las ha visto y que él se llama Augusto. Bueno.
Que mientras la Organización Internacional para las Migraciones, la Agencia de la ONU para los Refugiados, el Unicef y la SRE se congratulaban por el acuerdo entre México y Estados Unidos respecto a una nueva vía de admisión para venezolanos en territorio norteamericano, decenas de ellos fueron devueltos a Tijuana y cientos seguían entrando por Chiapas. La crisis que viene.