Que el presidente del INE, Lorenzo Córdova, se convirtió en el invitado especial más cotizado en las reuniones plenarias de los grupos parlamentarios de oposición previas al nuevo periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados, a partir del 1 de febrero, pues ayer participó y se llevó no solo las palmas, sino un absoluto respaldo en el cónclave de los panistas, mientras que este viernes estará en la encerrona del PRD en Cancún para exponer su visión sobre una eventual reforma electoral y la intentona de extinguir al organismo autónomo a su cargo.
Que poco a poco algunos dirigentes de Morena comenzaron a deslindarse de la Convención Nacional fechada para el 5 de febrero, entre ellos miembros de la Comisión de Honestidad y Justicia, pues tienen reservas sobre el eventual efecto que tendrán sus acuerdos en los órganos partidistas. Desde el propio CEN dicen que son representantes de “los sectores resentidos o marginados”, que han perdido ante militantes mejor posicionados en las encuestas, los que convocaron a algo que en todo caso servirá para medir su molestia, pero no tiene validez ni reconocimiento, sin mayor consecuencia que “el derecho de ejercer el pataleo”.
Que vaya final el que depara a las denuncias de quienes confiaron inocentemente en la comisión senatorial para investigar abusos en Veracruz, promovida por Ricardo Monreal después del encarcelamiento de su colaborador José Manuel del Río Virgen, pues la rebelión en la bancada morena y la deserción de Dante Delgado concluyeron en que los expedientes vayan a parar a la CNDH, donde nada anuncia ni deja especular que se les vaya a atender.
Que si usted vio una trágica ironía en la muerte por accidente automovilístico del actor Paul Walker, estrella de la saga Rápidos y furiosos, en 2013, qué le parece el episodio ayer de Facundo Rosas, ex comisionado de la PF, que atropelló a una mujer en Copilco y acabó recluido en un penal federal, pero por sus nexos con el operativo Rápido y furioso.