Que más que accidentada fue la rueda de prensa en Torreón del dirigente Nacional de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Alfonso Ramírez Cuéllar porque a última hora se cambió de sede para los reporteros. Lo que en tiempos de pandemia es muy complicado por la restricción impuesta a la movilidad.
Y es que la logística de los morenos coahuilenses no es su fuerte y no previeron que en el restaurante donde querían hacerla no iba permitir aglomeraciones por cuestiones sanitarias. Algo de sentido común habría ayudado, pero ya se sabe que los morenos adolecen.
Que el primero en “lamentar” agresiones y actos violentos en las ruedas de prensa del dirigente fue el senador Armando Guadiana Tijerina, lo cual genera sospechas sobre quién pudo estar involucrado en las manifestaciones. Es bien sabido que José Guadalupe Céspedes era su “gallo” para la dirigencia estatal y no Hortensia Sánchez Galván como el comité nacional dictaminó. Lo cierto es que muchos de los que se manifestaron olvidaron los cuidados sanitarios e hicieron bola al momento de protestar. De plano no conocen a Susana Distancia.
Que abre cuestionamientos el que dos regidores de ayuntamientos laguneros estuvieran en esa rueda de prensa justo en horario de oficina, porque cuando los otros partidarios intentaban abandonar sus funciones para hacerse notar en actos políticos las críticas de la izquierda subían de tono. Se trata de la presidenta de la Comisión de Salud en el Cabildo de Torreón, María Elena Mireles Acosta y Marco Beltrán, de Matamoros.
El segundo tiene un puesto de representación moreno en el distrito 6 en Coahuila, pero tampoco justifica abandonar su labor edilicia en tiempos de crisis y menos cuando en la alcaldía matamorense un día sí y otro también se enfrentan problemas serios.
Que donde sí se llevaron las palmas a la incongruencia fue en Saltillo con la rueda de prensa del dirigente de Morena. Un militante Antonio Ramos presuntamente increpó a su líder con la situación del partido en Coahuila y al dirigente no le gustó nadita tamaña desconsideración. Mandó a un consejero nacional, a callarlo. El tipo, Ariel Maldonado, no sólo lo calló, lo cacheteó y lo amenazó. Todo delante de los representantes de medios, para que quede constancia, por si las dudas.
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