Que en la más reciente manifestación de los alumnos del Tec Laguna se exigió la destitución de Oswaldo Maldonado Serrano, presidente del Comité Ejecutivo de la Sociedad de Alumnos, quien además es el titular del Instituto Municipal de la Juventud en Torreón, dicen que porque no suelta el hueso, se ha vuelto un "estudiante eterno".
Que el alcalde de Durango, Toño Ochoa, amaneció muy ecológico, tan verde que ya le dicen “el árbol municipal”. Resulta que, preocupado por la contaminación, pidió a los ciudadanos que “le bajen al amor por los coches” y mejor se vayan caminando o en camión.
La recomendación cayó como smog en hora pico: muchos vecinos aseguran que caminar está bien… siempre y cuando Toño los acompañe, de traje y bajo el sol de las tres de la tarde, a ver si así también se le quita el amor por los eventos con aire acondicionado. Mientras tanto, el alcalde presume que casi el 70 por ciento de la contaminación viene de los autos, pero nadie le ha dicho que los regidores también generan humo, aunque del bueno, entre promesas y discursos que no pasan la verificación. Eso sí, Toño Ochoa insiste en poner el ejemplo. Dicen que ya piensa llegar al Ayuntamiento en bicicleta, eléctrica, claro, porque tampoco se trata de exagerar.
Que al diputado Marcelo Torres Cofiño se le subió la presión, pero no por la inflación, sino por el coraje. Mientras los morenistas aplaudían como si les hubieran regalado aguinaldo adelantado, el lagunero gritaba que el Presupuesto 2026 es “un recorte disfrazado de justicia social”.
Y es que, según don Marcelo, los de la 4T se pusieron creativos: maquillaron los números, inflaron las gráficas y salieron a presumir que “aumentaron” los recursos para los estados. Pero cuando se le quita el brillo del PowerPoint y se hacen las cuentas con la inflación de 5%, resulta que el aumento se evapora más rápido que el sueldo a quincena vencida.
“Los pesos son los mismos, pero valen menos”, soltó Torres Cofiño, mientras los morenistas le respondían con risas y aplausos. Total, el Cartel de Morena, como lo bautizó el propio Marcelo, sigue premiando la obediencia y castigando a los que trabajan. En corto, comentan que Coahuila tendrá que seguir haciendo milagros: menos dinero para patrullas, hospitales y escuelas, pero más discursos federales sobre “grandes logros”. Y mientras tanto, las obras faraónicas siguen tragando presupuesto como si fueran pozos sin fondo.
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