Que las autoridades de procuración de Justicia mexiquense, con las de seguridad estatal y federal, dieron un nuevo golpe al crimen organizado ahora con la llamada Operación Liberación. La noche del domingo y madrugada del lunes la Fiscalía desplegó a sus efectivos con el plan de ir por la detención de 10 objetivos y la intervención en al menos 40 negocios, sobre todo de La Familia Michoacana, en las zonas sur y norte.
Hoy se espera que detallen el resultado, ojalá que hayan alcanzado la meta y no ocurra lo que con la Operación Bastión, donde no cayeron peces gordos, vamos, ni siquiera algún charalito. Es importante que haya detenidos de peso, pues resulta un valioso factor para generar confianza en la ciudadanía afectada desde hace años, en este caso por la brutal presión para comprar productos forzosamente en los establecimientos de criminales, obviamente al precio que ellos pistola en mano determinan.
Que por otro lado, en el reciente despliegue se notaron también los efectos en los núcleos sociales, donde los capos han procurado generar amplias bases y se llega al extremo de que la población defienda a los delincuentes impidiendo el avance de los agentes de la ley. En ese nivel estamos. Quizá por esa razón se ha decidido que a través de la Secretaría del Bienestar van a repartir parte del “botín” entre la gente, es decir, los alimentos, ganado y materiales de construcción que fueron incautados.
Lo innegable es que las autoridades mexiquenses están trabajando, pero la duda persistente es de qué manera en los años anteriores estos grupos crecieron a tal grado, tejiendo toda una red de negocios sustentada en el terror, bajo la consigna de que aquí nada ocurría… hasta que estalló la bomba del hartazgo ciudadano.
Que ayer se les juntó la chamba entre dicho operativo y el reclamo a la FGJEM de los familiares de siete personas que siguen desaparecidas desde 2023, justo cuando habitantes de Texcapilla, en Texcaltitlán, desesperados decidieron “liberarse” del acoso criminal y no pagar más el derecho de piso al que se les obligaba por el cultivo de sus parcelas, bajo la mirada indolente del ayuntamiento.