Gracias a recientes avances científicos hemos sido testigos de descubrimientos que revelan la sorprendente velocidad con la que nuestro cerebro se desarrolla desde el embarazo hasta los primeros cinco años de vida. Este periodo crítico, conocido como la primera infancia, se configura a través de experiencias, relaciones y entornos que moldearán nuestro futuro, ya que es durante estos años que se adquieren habilidades cruciales para la vida. Sin embargo, no todos tienen el respaldo necesario para prosperar.
En México, la realidad es que cinco de cada 10 menores de seis años viven en condiciones desafiantes que restringen su desarrollo, salud y bienestar. El 51% de las niñas y niños en esta etapa se encuentran en situación de pobreza, enfrentando obstáculos significativos en el desarrollo de habilidades y aptitudes que limitan su máximo potencial.
A este desafío se suma un riesgo latente: el rezago provocado por la pandemia de covid-19 podría revertir los modestos avances logrados en las últimas dos décadas. Por lo tanto es crucial contribuir a la creación y fortalecimiento de políticas que reduzcan las desigualdades y promuevan el bienestar de los menores desde distintos ángulos de desarrollo.
Si bien existen diversas oportunidades para abordar estos desafíos, quisiera destacar la importancia de adoptar un enfoque científico multidisciplinario para brindar un apoyo sólido a la infancia, padres, madres y cuidadores durante los primeros años, un componente esencial para mejorar su futuro.
Es imperativo destacar que este enfoque científico no solo impulsa la investigación y la práctica, sino que también demanda la creación de políticas públicas basadas en evidencia científica. Desarrollar estrategias y acciones que aborden las desigualdades en la primera infancia requiere un compromiso serio con la implementación de políticas informadas por la ciencia.
En días recientes, en el Tec de Monterrey, en colaboración con la Fundación Femsa, inauguramos el Centro de Primera Infancia, el primer centro académico diseñado para impulsar el bienestar de la primera infancia mediante investigación transdisciplinaria y aplicada, divulgación de información, articulación y formación de actores clave en este ecosistema.
El Centro busca generar conciencia y fomentar acciones para maximizar el impacto de los primeros años de vida en el desarrollo humano, reconociendo que esta es la manera más eficaz de lograr beneficios sostenibles y reales para la sociedad.
La transdisciplinariedad del Centro abarcará áreas clave como salud y nutrición; educación y cuidado; protección y seguridad; así como la creación de entornos adecuados para la primera infancia. Además se considerarán distintos ecosistemas a nivel global.
Estamos convencidos de que construir un entorno enriquecedor para la infancia puede marcar una diferencia significativa en la salud y prosperidad de las generaciones futuras.